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APA o din» Sede a an ES A A -- 579 y estaba al frente del Concilio. «Veo alegre, dice hablando á los obis- pos, á esta congregacion de santos, reunidos con tanta presteza , por haber sido convocados por la bienaventurada siempre Virgen Maria. Sea dada gloria á la Santa Trinidad por esta gracia de habernos con= vocado á esta solemnidad: sea tanbien dada gloria á ti, santa Madre de Dios.» Así habló San Cirilo de Alejandría (1). Hay que tomar nota de las palabras que pronuncia este santo Pa- triarca, porque son la historia de la solicitud maternal con que la Virgen había cuidado hasta entónces de la Iglesia, y de los hombres. Era ya entónces conocido de los fieles el valor inestimable de la Vir= gen Madre, pues la llama el Santo margarita preciosa del mundo, lámpara inextinguible, cetro de la fe ortodoxa y templo indisoluble: pero, lo que cautiva más nuestra atencion, es que se nos refiere en ese razonamiento la historia de los cuidados maternales que ha tenido la Virgen con la Iglesia, con las almas, y con las naciones en los cuatro siglos que han trascurrido.» Si es adorada la Trinidad, con- tinúa hablando el Santo, á tí se te debe, oh Virgen Madre; así como se te debe tambien que la eruz sea adorada y celebrada en todo el orbe. Por ti es atraido el hombre y llevado al cielo; por ti las criata - 'as racionales, despues de abandonar la idolatría, se han convertido al conocimiento de la verdad, los fielez han recibido el bautismo y se han levantado iglesias en todo el mundo. » En este acontecimiento tan fausto está descrito lo que había pensa- do la Iglesia católica sobre la Virgen , áun en los tiempos de los perse- guidores. Ella era invocada como Madre, porque sabían los fieles que á ella debían el heneficzo de la ilustracion cristiana, y de ella decía la tradicion que había sido coronada en el cielo por su Hijo por Reina del mundo, dándole potestad para mandar en los cielos y enla tierra, y que ella no usaba de este poder y virtud sino para proteger á los hombres , como afirma el mismo Santo, diciendo á la Virgen, que con su ayuda han venido los gent'les á penitencia (2) Dese esa época empieza una cadena de hombres eminentes, que enseñan á los hombres la fe y la piedad, y puede decirse de ellos que eran el órgano de la Virgen, y que hablaba por ellos. Los Efrenes, los Juanes Damascenos, los Tarasios, los Germanos, los Greómetras, los Estuditas, y los Isidoros de Tesalónica con otros muchos en el Oriente, (1) Homil. cont. Nestor. (2) Prueba de esta verdad son las pinturas de las criptas, en donde se ven los fieles pidiendo al cielo gracias ante las imágenes de la Virgen. Ultimamente se ha descubierto en Roma la Basílica subterránea de San Clemente, donde hay bastantes pinturas que contienen esta verdad del catolicismo: y debemos advertir que esa iglesia sublerránea existía en tienpo de San Jerónimo, y que se había perdido la memoria hasta que hace unos cuantos años se descubrió por una casualidad
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