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51 rael entrará y saldrá por ella (1). Sion: Vendrá de Sion el que libre y aparte las impiedades de Jacob , y el Señor escogió á Sion, y la esco= gió para su habitacion (2). Madre: La madre de Sion dirá : el gran hombre nació en ella, y el Altísimo la fundó (3). Reclinatorio y Tála- mo: Una litera riquísima se hizo para sí el rey Salomon (4), y rodean su lecho sesenta valientes de entre los más valientes de Israel. Capí- tulo, Libro, Volúmen: Y ví, y hé aquí una mano extendida hácia mí, en la cual estaba un libro arrollado escrito de dentro y de fuera (5). Con estos y otros muchos tipos expresaban los hombres inspira= dos del pueblo de las promesas, las ideas celestiales que el Espíritu Santo les suministraba sobre la que mereció ser llamada por ellos Virgen Profética (6), Reina (7), Amaya de Dios (8), Hermana, Vergel, Hija, Nube, Cielo, Oriente, Ocaso, Sol, Ciudad, Forta- leza y Alcázar. Y en vista de esto, ¿nos admirarémos de que los Santos Padres viviesen como extáticos, cuando contemplaban que por espacio de cuatro mil años se había Dios ocupado en ir delineando la bellísima persona de la Virgen? ¿Nos sorprenderá, que conflesen su impericia para decir lo que importan las grandezas de la Madre de Dios? Las sagradas letras eran el libro donde estos sabios, conservá- dores de las tradiciones primitivas, estudiaban; y en sus páginas veían descritas las figuras misteriosas , con que Dios bosquejó el cua= dro de la existencia de la que sería su Hija, Madre y Esposa. Y sólo despues de estudios profundos y dilatados, y en fuerza de una abs- traccion total del comercio humano , y de mucha oracion y no pocas maceraciones, con que imploraban las luces del cielo, era como brotaban de sus plumas aquellos verdaderos rios de elocuencia, cuan- do escribían sobre las excelencias de María. Sírvannos de comproban - te las siguientes sentencias, tomadas de uno dé ellos, para concluir este capítulo. « Bendita eres, dice á la Virgen, enlas generaciones de las gene- raciones , y sólo tú eres digna de ser llamada bienaventurada. H6 aquí que todas las generaciones te proclaman dichosa. Viéronte las hijas de Jerusalen, es decir, las de la Iglesia , y te aclamaron bien- aventurada; y las reinas, es decir, las almas de los justos, te han de alabar eternamente. Porque tú eres aquel solio regio, á quien asis- tieron los ángeles, viendo sentado en él 4 su Señor y Criador. Tú el Eden Espiritual, más santo y más divino que el primero, pues en (1) Ezeq., cap. 44, v. 2. (3) Ezeq., cap. 2, v. 9.; Div. (2) Isai., cap. 39, v. 20; Psalm. Germ., Orat. de Deipar, Nativ. 131, v. 13. (6) Isai.,c.7,v. 14. (3) Psalm. 86, y. 3. (7) Psalm. 44, v. 9. ($) Cant. cap. 3. v. 9. (8) Cant., cap. 4, v. 7.

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