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360 dada é infamada para siempre, por haber dado vida á uno, que se quiso dar honores de divinidad, y había incurrido por esa temeridad en la maldicion de la ley. Había intentado mil y mil veces acercarse á esa mujer para saber su interior y rastrear lo que pasaba en su al— ma, sin poder saber jamás nada : pero ya no desea saber más, ere- yendo que la conoce perfectamente, y que no pasa de ser una mujer como las demas, con la diferencia de llevar sobre sí la ignominia de haber tenido un hijo, enemigo de Dios, de Moisés , del templo , de la ley y del César. Nunca anduvo Lucifer con la cabeza tan erguida: esta serpiente andaba por entre los fariseos y las turbas levantando su frente coronada, dirigiendo á todas partes miradas arrogantes, y pronunciando palabras de blasfemia. ¡ Angel protervo! ¡ Torre erguida de soberbia! ¡Monte preciado de orgullo! Se ha levantado hasta las nubes, precisamente, cuando está ya para estallar el rayo celestial, que va á hacer pedazos toda su altivez, El momento en que Jesus espirase, era el destinado por él mismo para apoderarse del fuerte armado y hacerlo prisionero : aquel momento fué tambien de decepciones tan terribles para Lucifer, que á no ser inmortal, y si tuviera fuerza para hacerlo, se hubiera aniquilado. No bien se consuma la obra de la redencion, el que no se había dejado ver sino débil en la naturaleza humana, se muestra fuerte , poderoso y omnipotente en la divina: el que segun las ideas de Satanás, quedaba vencido, muerto, infamado y destruido, se le descubre vencedor, triunfante, vivo, glorioso é inmortal. Se encuentra el principe de las tinieblas cerca de la cruz, bañado instantáneamente de luces que no le habian iluminado jamás. Laméntase de su ignorancia en no haber tenido bastante destreza para haber descubierto, que en aquel cuerpo estaba encerrada la divinidad; de su torpeza en haber incitado contra ese gran profeta las iras de sus enemigos , pues por dar la muerte á quien nada le debía, perdía el dominio sobre tantos siervos, cuantos eran los individuos de la naturaleza humana. Ya, ántes de: haber de- jado de vivir el Crucificado, han acometido á Lucifer nuevos recelos, y mayores sospechas que nunca, porque ha visto que Jesus no cesaba de llamar á Dios su Padre, ni de conducirse como Rey y Señor de los cielos, pues prometía el paraíso á uno le los que morían con él: pero allí mismo desechaba esas ideas, porque veía que Jesus pedía auxilio al cielo, y que tenía sed y sufria crueles agonías, lo que le confirmaba en su idea permanente de que aquel hombre no pasaba de ser algun justo , como otros tantos á quienes él habia hecho morir entre tormen- tos, pero no un Dios. Faltaba sin embargo una palabra de Jesus, por la cual entregaba su espiritu al Padre, y apénas fué pronunciada , cayó el velo tupido que encubría á Lucifer las glorias del Dios paciente : Sa- tanás quedó sorprendido , inmóvil, confuso , y como si en el acto mismo hubiese caido en estado de estúpida atonía.
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