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ms di BE H l 1 E y A RS 340 hay que dudarlo, esta fué la primera zapa que se puso al edificio que tenía fabricado Lucifer en los corazones de los hombres, y la primera tea de discordia que se echó en su reino tiránico. Desde que la Virgen enseña á los hombres á preferir el amor de la pureza á cuanto puede haber de grande y deslumbrador en el mun- do, los hombres empiezan á amar con dignidad y nobleza. Dios había mostrado á los hombres un amor infinito que éstos habían descomo- cido, y desde entónces se abrasan sus almas con tanto ardor en el amor divino, que hasta se las disputan en cierta manera con Dios mismo, deseando tenerle un amor infinito, lo que expresan dando su vida una vez, y desando darla mil veces. Nada será ya para ellos abandonar por amor de Dios las propiedades, coneulcar los honores mundanos, despreciar las riquezas, separarse de padres, de hermanos, de amigos, y de cuanto existe en la tierra, si es un impedimento para amar á Dios. Lo demostrarán los mártires, y las virgenes y hasta los niños: lo demostrarán innumerables doncellas que desecharán la mano de emperadores, de reyes, de presidentes, de cónsules y de grandes dinastas por consagrarse á Jesucristo en pureza y santidad: lo demostrarán los hombres que por haber ofendido á Dios unos y por huir de ofenderle otros, se esconderán en los montes y elegirán para su morada las cavernas, y harán de las raices su comida, del cilicio su placer, del saco su regalo, del ayuno su vidagotidiana. Desde que la Virgen descubre al ángel los secretos que encerraba en su corazon, el imperio de Lucifer se ladea, el edificio de su gran deza cruge, y el amor santo empieza á dar nueva vida á los mortales. Bien léjos estaba Satanás de saber que había un tesoro: tan rico de amor santo en el corazon de aquella doncelia, que había vivido en el templo, sin poder él saber quién era. Más ajeno estaba él aún de pensar, que era ella quien destruía su imperio en la tierra, y de sos- pechar siquiera, que ella era la que lo iba á destruir á él mismo, dis- parándole dardos que iban directamente á su corazon. Vamos á des- oribir este acto heroico de la Virgen: pero ántes no podemos ménos de congratularnos con el linaje humano por las grandezas que le han sobrevenido desde que tuvo esta Hija que lo ha enaltecido, y de sa- ludar á la misma Virgen, como á nnestra Reina y Señora, como al principio de nuestra restauracion, de nuestra rehabiltacion, de nuestra ilustración y de nuestra dicha. La Virgen es en efecto la destructora del imperio del pecado, la restauradora de la virtud , la perseguidora del vicio, la evangelizadora del amor santo, la nodriza de la virgi- nidad , la propagadora de la pureza, la que ha hecho que bajase Dios del cielo , la que ha elevado á los hombres del fango de la tierra, la que ha quitado la máscara á las pasiones para descubrir su tiranía , la que ha levantado la bandera de la virtud, para formar en el mundo ejércitos de hombres que adoran á Dios en espiritu y verdad.
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