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535 Entre tanto, sin que el mundo sensual lo supiese, y sin que Lu— cifer pudiese llegarlo á penetrar, la Vírgen María se hallaba en medio de tanta confusion, pronta á declarar la guerra á los vicios que tenían degradado al género humano, y á enseñar á los hombres el medio de salir del círculo de hierro, en que el demonio los tenía encerrados. Parece imposible que una niña haya podido eoncebir un proyecto tan gigantesco, y que haya ejecutado una empresa tan colosal: y sin em- bargo asi ha sucedido, habiendo bastado á regenerar al mundo un pensamiento sublime, una idea celestial, un propósito nuevo é inau- dito que esta Virgen ha tenido. Con sólo esa resolucion han sido pues- tos en su mano los destinos del mundo, y se ha dado el primer rasgo en el inmenso cuadro de las glorias de la descendencia de Adan. Esta idea fué la de la pureza, la de la virginidad perpétua, con la cual la Virgen puso una mina al imperio de la sensualidad , y abrió un camino anchuroso á los hombres para que como avecillas que han ro- to los lazos del cazador y vuelan alegres hácia los collados, volasen ellos al cielo. Porque es sabido, que si el hombre mira hácia la tierra en vez de mirar al cielo, es porque los placeres del sentido aminoran en él el imperio de la razon , y dan dilatacion á la dominacion del sen- tido. Para que el hombre se eleve á Dios, no hay sino separarlo de esos placeres que lo embrutecen, y embotan las nobles potencias de su alma: pues esta es como la llama que naturalmente sube al cielo, donde no hay infeccion ni miasmas deletéreos. Examinese cuánto entraña esa idea más que angélica de la Virgen: fácilmente se dice que la Vírgen es Reina de los patriarcas y de los profetas: pero no fijamos tan fácilmente nuestra mente en el motivo por que lo es: y no lo hacemos, porque tenemos impresa en nosotros la idea de que es la Virgen Madre de Dios, lo que lleva consigo la supremacía real sobre todos los justos de la tierra, no ménos que sobre los moradores del cielo. Pero, hemos de advertir, que el sér la Virgen Reina de los Patriarcas y Profetas, no proviene tanto de su dignidad como Madre de Dios, sino de su pureza en su concepcion y de sus virtudes. En esto hemos de fijar nuestra atencion, y una vez cono- cidas las ideas de su corazon, podemos decir que ella sola fué la que declaró la guerra á Lucifer, y la que difundió tantas luces en los en- tendimientos de los hombres, que los iluminó para que viesenla verdad, y los alentó para que la amasen. Tomemos por tipo á los hombres más célebres entre los del An- tiguo Testamento; examinemos su vida, sus virtudes y sus aspira- ciones, y verémos que puestos al lado de la Virgen son ellos una chispa y ésta un globo de luz. Deseaban aquellos justos dejar en pos de si quien heredase su nombre y sus riquezas, y tuviese su San- gre: y este deseo era muy santo en ellos, pues estaban cifradas en ello las bendiciones del cielo. Así el gran Abrahan al oir de la boca
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