BCCPAM000542-2-34000000000000
48 venir. « Para anunciarlo, dice San Agustin, fué deputada una na- cion: y cuanto ocurrió en la administracion de esta república, fué ung profecía del Rey que había de venir, y había de formar una ciu- dad celestial, compuesta de todos los hombres (1).» Una gran parte de sus hombres célebres , los utensilios de los sacrificios , los sacrificios mismos, formaban con suaves delineaciones el perfil más acabado del personaje que bajaría del cielo, ocultando tambien en sus sombras á la Madre dichosa que le había de concebir. Bajo este concepto han examinado estos tipos los Santos Padres, cuyo pensamiento, unánime y conforme con esta verdad , expresa San Bernardo al demostrar que el cielo por su belleza é incorruptibilidad es la figura de María. « No sólo es llamada , dice, firmamento y cielo la Señora de todas las cosas, sino que tambien es designada muy justamente con otros nombres y con los vocablos de otras cosas; por— que ella es el tabernáculo de Dios, ella templo, ella casa, ella atrio, ella aposento, ella tálamo, ella esposa, ella hija, ella arca del di- luyio, ella arca del testamento, ella urna de oro, ella maná, vara de Aaron, vellocino de Gedeon, puerta de Ezequiel, ciudad de Dios; ella cielo, ella tierra , ella sol, ella luna y estrella de la maña- na, ella aurora, ella faro, zarza, monte, fuente de los vergeles y li- rio de los valles (2). Esto mismo había dicho en pocas sentencias el (1) De consensu Evangelistar, lib. 4, cap. 14, núm. 17. No podemos ménos de decir, aunque someramente, lo que es el teji- do admirable del antiguo Testamento comparado con el nueyo, trascri- biendo aquí las sapientísimas razones de un autor ilustre. «El antiguo Testamento se diferencia del nuevo, como la figura de Cristo del mismo Cristo; como la sombra de la imágen , de la imágen misma: como la promesa, del regalo; como la carta escrita con tinta, de la escrita por el dedo de Dios vivo; como la servidumbre, de la libertad; como la sierva, dela Señora; como Agar, de Sara; como el temor, del amor; como la sangre del Cordero, de la sangre de Cristo; como lo oculto, de lo manifiesto; como lo incoado, de lo perfecto; la semilla, del arbol; y la es- piga, del trigo. De lo que se sigue, que los antiguos tenían la sombra; nosotros la realidad ; á ellos les fué prometido Cristo, á nosotros se nos ha dado; ellos se guiaban por temor, nosotros por amor; para ellos esta- ban ocultos los misterios de la encarnacion y redención, para nosotros son claros y patentes ; ellos ofrecian la sangre de los carneros , nosótros ofrecemos la de Cristo; ellos poseían la letra, nosotros el espíritu; ellos la somilla , nosotros el arbol; ellos lá espiga incoada , nosotros el trigo lleno; ellos la muerte, nosotros la vida: pues como dice San Agustin, (Pract. 12 in cap. 3 Joan.) la diferencia que hay entre la imágen repre- sentada y la cosa misma es ésta : la figura daba vida temporal ; mas la cosa misma, de la cual aquella era una representacion, da la vida eter- na.» (Becano, Analogía veter. et nov. Testam.) (2) Super Salve Regina, Serm. 3, n."2. Más adelante tratarémos de los tipos animados, que eran una sombra de la Virgen ; pero no podemos ménos de aprovecharnos de esta oportunidad, para decir que existe en
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz