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514 Bien persuadido estaba de esta verdad San Cirilo de Alejandría, cuando levantándose en medio de los Padres de Efeso, pronunció aquel sublime discurso, cuyas palabras no podemos ménos de referir (1). «Veo alegre, dice, á esle senado de Santos, que se hallan reunidos, obedeciendo al llamamiento de la Madre de Dios. Bendita sea la Santa Trinidad, y désela gloria y alabanza. Sea tambien gloria y honor á ti, oh santa Madre de Dios. Por tí es santificada y adorada la misma Trinidad; y todas las criaturas, despues de conocer y des- preciar la vanidad de la idolatría , han adorado la cruz y recibido el bautismo. » ¡Qué doctrina tan snblime, pero al mismo tiempo tan ilustradora, sobre la beatísima Trinidad! ¿Qué inteligencia humana, por limitada que sea, dejará de entender que las personas divinas no son puras abstracciones de la razon, sino tres personas realmente distintas, cuando ve y sabe que la segunda, que es el Hijo, cumple un hecho positivo y sensible, como es el de tomar carne en el seno de María, vivir con los hombres y morir en un madero? ¿Quién al creer que muere el Hijo, sin que mueran ni padezcan el Padre, ni el Espí- rita Santo, no comprende que siendo Dios quien espira en la cruz, hay en.cada una de las tres divinas personas una naturaleza indivi- sible é ingenerable, con las mismas perfeceiones esencialmente únicas 6 indivisibles , pero teniendo además cada una de ellas las propiedades de su personalidad incomunicables á otra persona? Cuando el que espira en el Gólgota iuvoca á su Padre y habla á su Madre; cuando promete á los Apóstoles el envío del Espíritu Santo, ¿habrá quien no advierta la unidad de esencia y la trinidad de personas? Preciso es decirlo: el cristianismo entero es un hecho sublime, encerrado todo en la maternidad de María; María lo descubre, Maria lo hace osten- sible, María lo manifiesta, mostrando á su Hijo como al Rey de los siglos, al consumador y autor de nuestra fe, al Hijo de Dios, á su propio Hijo y por fin á nuestro hermano. Concluirémos este asunto interesantísimo , haciendo una pregunta: ¿Tenía razon San Bernardo para afirmar que María es el complemento de la Santísima Trinidad? En verdad no la completa en ella misma, porque es un Dios infinito: pero la completa en sus obras exteriores, á las cuales concurre, y en el conocimiento que nos suministra de su unidad de naturaleza y distincion de personas. Si queremos, pues, elevarnos hasta Dios y tener nociones exactas de sus perfecciones , no pongamos ante nuestros ojos los prismas seductores de una ciencia depravada , que se ha decorado con el nombre de filosofia para sor- cualquiera puede decirlo sin peligro de errar, que ella sola es más apta para llevar á los hombres al conocimiento de Dios, que todas las demas criaturas juntas. (Serm. de Deipar. Presentatione, h. XXVI.) (1) Homil. contra Nest.
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