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46 querido Dios mismo celebrar un contrato solemne con Abraham, mediando la ratificación por un sacrificio lleno de significaciones asombrosas (1). Desde entónces empezaba Diosá formarse unpueblo, á quien se dignó llamar suyo: y en cuatro siglos que mediaron desde que el gran padre de este pueblo supo de la boca misma de Dios, que en su semilla serían bendecidas todas las naciones dela tierra (2), hasta que era ya una nacion robusta y grande, vieron sus hijos cosas tan estupendas, que no podían ménos de advertir que las últimas estaban en perfecta armonía con las primeras, confirmando aquéllas lo que significaban éstas. Allí el viaje del venerable Abraham con su hijo Isaac, llevando el primero el cuchillo y el segundo el haz de leña para ser quemado en holocausto; allí la escala que tocaba de la tierra al cielo, por donde subían y bajaban los ángeles ; allí una peregrinacion contínua de tres Patriarcas ,venerables, á quienes se les promete una tierra que mana leche y miel , muriendo los tres en la esperanza de su posesion; allí, por fin, tantos y tan admirables acontecimientos, que podemos decir. qne las acciones de Abraham, de Isaac y de Ja- cob, y su dilatada existencia, fueron todas un tipo cumplido de las cosás que Dios tenia prometidas. 2. IL Las varas de Moises y Aaron; el tabernáculo ; el templo. Cuando los innumerables descendientes del patriarca Jacob iban á ser constituidos por Dios en pueblo independiente, no les dió un caudillo , sin mostrarle ántes á éste dos grandes portentos: una zarza arde por todas partes, y no obstante que está envuelta entre llamas voraces, se encuentra lozana y llena de verdor (3); una simple vara se convierte en serpiente, y de serpiente se vuelve vara (4). Y estos pro— digios eran el preludio de otros que habían de sembrar el terror en Egipto, la nacion enemiga del pueblo escogido, y confirmarían en la fe á los descendientes de Abraham. Esa vara se llama la vara de Dios, y parece que tiene en sí la. omnipotencia divina: á su simple tacto caen sobre un rey orgulloso diez plagas, se dividen las aguas del mar dando paso al pueblo escogido, y «vuelven á unirse, sumergiendo al mismo rey altivo que le perseguía, no dejando vivo uno solo de sus soldados. A la misma época: Dios da sus órdenes al caudillo libertador de su pueblo, para que forme el rico tabernáculo donde quiere que se le ofrezcan sacrificios y se queme el incienso sagrado: otra vara Ko (1) Gen., cap. 13, v. 17,18. (3) Exod. cap. 3, y. (2) Gen., cap. 22, y. 18. (4) Ib.c.4,v.:3,4.
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