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O sp > A IRA E A DA 315 nos de descubrirse en él la generacion eterna; es hijo de Maria, y esto solo basta para que 'se descubra el misterio inefable de la bondad, con que Dios se manifiesta á los hombres. Si la modestísima María se deci- diese á contestar á los que la preguntasen sobre la naturaleza, proce- dencia y cireunstancias del Niño que reposa en sus brazos, diría que aquel Niño era el Verbo eterno, engendrado eternamente por el Padre y manifestado 4 los hombres en la naturaleza que había tomado en sus entrañas: que al hacerse hombre, lo había su Padre constituido por rey en su santo monte de Sion, y habia sido ungido por él mismo con el óleo de la alegría, porque así lo merecía, por haber amado la justi- cia y aborrecido la iniquidad (1). Que en los momentos en que se ¡ba á cumplir ese portento del amor divino, había venido á presencia suya un embajador celestial, á decirla que Dios la tenía elegida para Madre de este su Hijo en la generacion temporal, y que ella había consentido en serlo, si conservaba la virginidad prometida al mismo Señor; y por fin, que Dios poniendo los ojos en su bajeza, había hecho en ella Cosas grandes, pues el Espíritu Santo había venido sobre ella, y formado en su seno con su virtud el cuerpo de aquel Niño, quedando ella Vir- gen, y habiéndolo dado 4 luz sin detrimento: de su virginidad, pues él mismo había salido de su claustro virginal, sin romperlo, ni mancharlo. Compréndese fácilmente, que una de las grandezas de la Virgen María es esta. Dios la habia predestinado á ser el medio de manifes- tarse él mismo á los hombres. ¿Quien puede dudar de que Dios sea Padre, cuando ve en los brazos de una Virgen á su Hijo? ¿Quien dudará de la distincion real de estas dos personas, cuando sabe que el ángel ha prometido á esta Virgen, que el Hijo que ha de tener es el Hijo del Altísimo? ¿Quien pondrá en duda que el Espíritu Santo es una persona realmente distinta; cuando oye de los labios de esa Vírgen, que él la ha santificado, ha venido 4 morar en ella, y ha fecundado su seno virginal, formando con su virtud el cuerpo de aquel Niño? Todas estas palabras manifiestan que el Padre es Dios; que el Hijo, cuya santidad es infinita, es Dios; que el Espíritu Santo no puede ser oranipotente sin ser Dios; y que concurriendo al gran portento las tres divinas personas , las tres no son sino un solo Dios, para quien nada hay imposible; y he aquí la unidad divina, con la trinidad de personas, manifestada por medio de Maria á todo el género humano con tanta claridad , cuanta podemos tener miéntras somos moradores de este valle de lágrimas (2). pos, comenzo á vivir con el tiempo; el Señor de todas las cosas se revis- tió de la forma de siervo, ocultando debajo de esta forma la dignidad de su majestad. (S. Leo. Magn. serm. 2 de Natiy.) (1) Psalm. 44, y. 8, (2) Hablando de esto el Santo Arzobispo de Tesalónica Isidoro , dice estas palabras: «Es la Vírgen mas sublime que todas las criaturas; y 33
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