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501 otra lo conocía, pero no sabía sino que Dios es uno en esencia, y que no hay más Dios que él. Otro órden de cosas tenía que venir, del cual estaba escrito que cuando llegase, todos, desde el más pequeño hasta el más grande, conocerían al Señor (1). Y entónces los que no tenían cocimiento de Dios, y los que no lo conocían como él es, habla- rían con él como los hijos con su Padre: porque Dios hacía con ellos un pacto de amor y cariño, escribiendo sus leyes en sus corazones de carne, nó de piedra como los tenia el pueblo de la servidumbre, y siendo en lo sucesivo Dios y ellos una familia gobernada con cetro de amor y de clemencia (2). Este, órden de cosas empezaría cuando la Virgen concibiese en sus entrañas al Hijo de Dios, al que por haber de derramar en la descendencia humana torrentes de luz no vista los profetas llamaron El Ortente. 2. 11. El Oriente. Andan á la par las grandes promesas descritas por el profeta Jere- mías con un aconteeimiento admirable, que anuncia tambien para el porvenir de los tiempos, pues no habla del pacto de amor de Dios con los hombres , sino es despues que ha aconsejado á la hija de Sion que encamine sus pasos por camino recto, y deje de andar en disolucio- nes, que corrompen su corazon: porque, dice el Profeta, el Señor ha criado una cosa nueva en la tierra: LA MUJER RODEARA AL VARON (3). Todo el bien que promete este santo Profeta parece que depende de este gran acontecimiento. El pacto amoroso de Dios con los hombres. la paz y alegría, con que las nuevas tribus han de ala- bar y bendecir al Señor, el conocimiento profundo que todos han de tener de la naturaleza divina y sus atributos, y sobre todo del de la misericordia, son cosas que las pone el Profeta como consecuencia de ese evento inaudito, pues es enteramente nuevo , cual es que la mujer, aquella enemiga de la serpiente , conciha ella sola sin concurso de va= ron, y encierre en su vientre al varon por excelencia. Esta mujer no es otra sino la Virgen María (4). Desde que María es Madre de Dios se cumple aquel vaticinio de Isaías que dice, que el pueblo que andaba en tinieblas , vió una gran luz, y á los que moraban en la region de la muerte les nació la clari- dad (5). Dios tenia decretado que esta Virgen fuese la puerta, por (1) Jerem. cap. 31, v.34. (2) Id. v.33. (3) ld. vv.21 y 2, (4) Véase esta materid en la primera parte, libro 5, $. IL (5) Tsai., cap. 9, v. 2,

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