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A ia 489 La sociedad humana con todos sus órdenes, jerarquías, estados y condiciones se levantó del sueño soporoso en que yacía, desde que se propuso por modelo de accion y de pensamiento las obras y las ideas de la Vírgen: en la maternidad divina y sus consecuencias brillaban como un sol, la armonía de los sentimientos más puros del alma con las ideas más sublimes del espíritu: en el alma de esta Virgen Dios depo- sita todo su amor, y de esa misma alma sale una correspondencia per- fecta, la cual sirviese de espejo á los hombres, para que, puesto que Dios hizo sus corazones para amar, amasen lo que es digno de ser ama- do, las bellezas de la virtud y al que nos da la gracia para que las poseamos, y nos asemejemos á él en las obras, así como llevamos en nuestro compuesto la imágen de su naturaleza. Esta es la causa por que se han formado entre la Virgen y la naturaleza humana esas relaciones de amor, que son hijas del corazon agradecido á favores recibidos. Estaban desordenadas las operaciones del alma, estaban heridas las partes más nobles del compuesto humano, y en la maternidad de la Vírgen han visto los hombres la panacea que los ha curado, el alimento que los ha sacado del marasmo, que los con= sumía, y la luz que iluminaba su camino, llevándolos 4 la region de lo bello y perfecto que encierra la virtud. Lo que es esta Señora para el mundo, lo que la deben los hombres, lo compendia el Doctor San Ber- nardo con estas palabras que transcribimos. «A María, dice, como al medio, como al arca de Dios, como á la causa de las cosas, como al centro de los siglos, miran los que viven en el cielo, los que habitan en el abismo, los que nos precedieron, los que vivimos, los que nos siguen, y sus hijos, y los hijos que nacerán de ellos. Los que habitan en el cie- lo, para saciarse; los que en el abismo, para salir de él; los que nos precedieron, para ser fieles como los Profetas; y los que nos seguirán, para ser glorificados. Por eso, oh Reina del mundo, oh Madre de Dios, te llaman bienaventurada todas las generaciones: por eso están puestos en tí los ojos de todos, pues los ángeles hallan alegría, los justos gracia, y los pecadores misericordia. Justamente se dirigen á ti las miradas de todas las criaturas, porque en ti, por ti y de ti, la mano del Todopo- deroso ha criado de nuevo cuanto había salido al principio de sus manos (1). 9. IV. Las dos heridas del alma. Es evidente que la existencia de la Virgen ha causado una renova- cion en la sociedad. En el órden moral se ha operado un cambio radical, y la misma sociedad se ha visto elevada á un punto de perfeccion que (1) Serm. in die Pentecost.
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