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480 cabeza, hubieran podido trasladarse á María sia tocar al Hijo; si la cruz hubiera presentado sus brazos á la Madre, perdonando al Hijo ¡con qué gozo hubiera sufrido María las afrentas, la persecucion y la muerte ! ¡Con cuánta presteza hubiera dicho á los verdugos que destru- yeran su vida por salvar la del que la daba á su corazon! Hasta qné punto llega este amor de María hácia su Hijo, no es dable compren derlo, porque tropezamós al momento con la inmensidad de Dius; pero el saber cómo se tia formado entre Dios y María esta relacion de amor y por qué medios se comunica á María, es un asunto que bien exami nado produce en nosotros no sólo la admiracion sino la ternura extá- tica. Dios ama á María no sólo con su razon eterna, sino con el sen- timiento del corazon que tanto ennoblece al que lo tiene , porque Di.s es Hijo de María. Es este asunto de suyo tan sublime, que al tratarlo se siente el espiritu como anonadado bajo el peso de tanta dignacion de Dios: mas, no por eso dejarémos de desentrañar esta materia de tanta importan- cia para el hombre. Hay además una idea que nos da valor, y es el saber que cuando la maternidad divina de María es examinada con humildad , halla el entendimiento una luz tan pura y viviticadora, que lo elevaá una region, donde, por decirlo así, no se respira mas an biente que el de los Querubines: Es cierto que Dios nos. ama á tudos con un amor eterno é infinito, porque somos la hechura de sus ima y la imágen de su naturaleza; nos ama como nuestro padre celestl y nos saca de la nada, porque nos tiene predestinados á sn conocimi to y á su gracia. Este amor es tan grande en Dios, que él mi gloría de él, diciéndonos, que bien podrá olvidarse la madre hijo , pero que nunca se olvidará él de nosotros (1). Ninguna ertatura racional sale de sus manos, sin ser objeto de este amor benéfico Dios: pero entre todas las racionales, María es la más aventajadla, > Dios la ve en su divina esencia y la ama como á Hija, como á M y como á Esposa. Pero Dios, que tenía decretada la encarnacion de su !l:; tambien determinado pasar por todas las fases de la va empezando á existir en el seno de su Madre, trasladándose «1 sus brazos , suspendiéndose á su seno, llorando con el frio y y creciendo poco á poco, hasta llegar á ser varon perfecto. 1 esto no es menos admirable la gradacion progresiva y paula donde el niño Dios va pasando de la niñez á la puericia, deu y á la juventud, y de ésta á la mocedad y á la edad viril, que tados de estas transiciones; pues se diría que es este el nes! adopta para ir insinuándose en el corazon de su Madre, empz: (1) Isai. cap. 49, v. 45.
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