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e A O o eros A ATT pureza , santidad y parsimonia que la ley señalaba y señala : sin em— bargo, esos afeutos del corazon, annque sean vivificados, realzados, ennoblecidos y hasta espiritualizados por el alma racional, tienen su principio en la parte inferior de la misma alma ; allí se nutren, allí crecen, y allíse hacen fuertes y vigorosos: pero por fuertes y vigorosos que sean estos sentimientos, nunca serán viulentos, impetuosos, arras- tradores, pecando por demasía, ni remisos, cobardes, ó débiles, fal— tando á lo que exigen, si el sentimiento obedece á la razon, y la ra- zon á la ley. Esta es la vida pacifica del alma consigo misma , elevándose á Dios por medio del amor, amándolo á él por lo que es, santidad infinita , y bondad suma, y amando á cuanto deba ser amado por él, y conforme lo prescribe él en su ley. Pero por el perado original no subsistió esta subordinación, levantando la concupiscencia la cabeza y queriendo llevar atada á sus deseos la razon, en vez de someterse ella á sus dic- támenes. Era esa la eran lucha del hombre: en la cual desgraciada- mente la victoria quedó casi siempre por la parte sensitiva, sometién- dose la razon al envilecimiento, á la degradacion de si misma (1). Pero Jesucristo haciéndose hombre, amando á la Vírgen como á Madre, y siendo amado de ella como Hijo, se presenta á la naturaleza humana como tipo de perfection, que los hombres deben imitar; y no sólo se presenta él como modelo acabado, sino tambien su Madre, para que (1) No es difícil el saber, por qué el alma tiene este combate consigo misma , despues del pecado original no cesando este combate niáun en el hombre instificado, como lo afirma San Pablo de sí mismo. (Rom. cap. 7, v. 13). Al sentir uno ese combate dentro de sí mismo, se diria que hay dos hombres en uno: pero la causa de esto es, que nuestra alma ra- cional contiene la virtud de las dos almas. llamadas sensitiva y vegetati- va, y son propias, la primera del bruto, y la segu da de la planta, ha- ciendo una sola alma en el hombre lo que hacen tres en tres séres dis- tintos y diversos. cuales son la vegetativa en las plantas, la sensitiva en los animales , y la racional en los hombres. Todo hombre tien» el com- bate de la parte inferior y superior: los que no lo tienen, ó es porque han alcanzado de Dios una gracia que se concede á pocos, ó es porque viven como animales y no piensan más que en riquezas, deleites y lujurias, teniendo por Divs, como dice el mismo Apostol, á su vientre. Jesucristo quiso tambien padecer las contradicciones de la parte inferioró sensible del alma, como aparece de la repugnancia natural que ésta tenía á pa- decer y morir; pero al mismo tiempo se ve que no había en ello el más minimo defecto, pues decía á su Padre que se hiciese en todo lo que él quería, no lo que el sentimiento natural de tener que padecer y morir le inspiraban á él en aquellos momentos de tristeza que él quiso tener. Quien quiera ver descritos admirablemente los combates de la con- cupiscencia y de la razon, y los triun os de ésta, ayudada de la gracia divina, lea el lib. 8de la Confesiones de San Agustin, y su sermon 45, de tempore.
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