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> uz tan A ani .* le lid rca ME bi Bots or at e. a y 474 tros entendimientos: pero ¿quién ve esta luz? La fe y la razon nos di- cen que Dios está en todas partes, sosteniendo el mundo con su poder, y gobernándolo con su providencia, y dando á las criaturas cuanto necesitan , para conservarse y permanecer en el sér que les ha dado. La religion enseña además al hombre , que Dios es para él «un padre que lo ama con ternura , y sólo tiene por mira la dicha de su hijo que- rido en tantas riquezas y tesoros como le da en la tierra, y en otros más preciosos que le reserva para el cielo. Todo esto lo registra nues- tra inteligencia, ora en la enseñanza divina de la revelacion , ora en las cosas visibles, pues todas llevan el sello de la mano de Dios. Pero pa- rece que este Señor ha querido que nuestros ojos viesen y nuestros sentidos palpasen los cuidados amorosos que tiene eon nosotros, y para eso nos dió á su Madre: esta Madre de Jesus, al recibir la mision de serlo tambien de los hombres, empezó á ser el trasunto más aca- bado de lo que es la providencia amorosa de Dios para con las eriatu- ra3 racionales, y más en especial para los que lo temen, le sirven y lo aman. Por esto se ve esa simultaneidad que tienen en todos tiempos el Hijo de Dios y su Madre respecto de sus destinos temporales. Desde que se decreta en la eternidad salvar al hombre perdido en la sangre del Cordero de Dios, hasta que el sacrificio de este mismo Cordero se consuma en el tiempo decretado por su Padre, andan aquéllos juntos en todas las cosas: á un mismo tiempo se decreta que el Verbo elerno se haga hombre, y que sea criada la Virgen que ba de ser su madre: juntos aparecen en el paraiso terrenal, derramando el bálsamo conso- lador de la esperanza en el corazon de los dos primeros padres , pues los dos están expresados en las palabras, com que Dios predijo 4 la serpiente su rniaa, y 4 Adan y Eva su restauracion: ambos tambien están en el paraíso del Gólgota, donde el nuevo Adan lava á todos los hombres de la mancha de la culpa, y la nueva Eva engendra á estos mismos hombres en las entrañas de su amor. Bajo este aspecto han mirado los santos Padres á la Virgen, cuyos oficios maternales encierra San Anselmo en estas palabras: «En verdad , todas las cosas que Dios crió en estado perfecto, decayeron de su perfeccion primitiva: pero por medio de la Virgen fueron res- tituidas á su estado antiguo. Por lo tanto, me atrevo á decir y afirmar con toda seguridad , que puede decirse de la Virgen loque Jnan evan- celista dice del Verbo: nada de lo hecho se hizo sin €l; y así tambien diré, nada de lo rebecho ó reparado se ha reparado sin la Vír- ven» (1). Y esto mismo había afirmado San Pedro Damiano con estas palabras notabilisimas. «Por la Virgen, con la Vírgen, y en la Virgen 1) De Excell. Virg., cap. 11.
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