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469 precisamente ha dispuesto el Todopoderoso que su Madre esté junto á él en el Gólgota. Examinemos esto con las luces de la fe y de la razon, y hallaremos bastante motivo para anonadarnos delante de tanta grandeza. ¿Qué tiene Jesus al morir? ¿Qué bienes posee? No tiene nada, no posee bienes de ninguna especie, está en la eruz como un forzado, sujeto al madero con cuatro clavos, y es tan tirante la crueldad de la cruci- fixion, que no puede reelinar su cabeza en parte alguna. El lo había dicho: las raposas tienen madrigueras, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene sobre que reclinar su cabeza (1). En realidad bien podemos decir, que por aquellos momentos Jesus nada tiene, habiendo perdido lo poco que tenía en otra clase de bienes. Ha perdido su honor, pues muere como un facineroso: ha perdido su es- cuela, pues un discípulo le ha vendido, otro le ha negado, y todos los demás le han abandonado, no habiendo habido más que uno, que se haya arriesgado á llegarse hasta el lugar del suplicio. Pero una cosa no ha perdido Jesus en medio de tanta conspiracion de hombres.malos como ha habido contra él, y es el amor de su Ma= dre. Esta lo ama en el Calyario como en Bethlehem: y lo ama tanto, que desearía verse ella crucificada y cubierta de llagas, y saturada de oprobios, por tal de no ver á su Hijo padeciendo y muriendo en medio de tantos dolores. Los hombres malvados han despojado á Jesus de cuanto tenía: le han robado la buena fama , tratándolo de subversor y enemigo del órden público y de la potestad temporal (2), le han qui- tado el nombre de santo y de profeta, diciendo de él que era contrario al templo y á Moisés: le han dejado sin discípulos, sobornando á uno y desbandando á los demás: pero en cuanto al afecto y la ternura de su Madre nada han podido hacer: María ama á Jesus con amor de madre, y este amor es tan grande, que si se repartiera entre todos los séres racionales, sería bastante para convertirlos 4 todos en Se: rafines. Jesus es hijo suyo, y tiene derecho á este amor: pero va 4 morir , y deja herederos de sus derechos á todos los que crean en él; ellos son declarados hijos de María: Maria es proclamada madre de todos. Este era el rico legado que Jesucristo dejaba á los hombres al mo- rir; una vez consumada esta donacion, la gran obra se había con- cluido. Pocos momentos ántes de entregarse 4 sus enemigos para pa- decer, había hecho donacion de sí mismo al género humano instituyendo la Sagrada Eucaristía, lo que hizo decir al discípulo amado que Je- sus amó mucho álos suyos al acercarse el fin de su vida (5). Pero falta- ba la última prenda de amor, que era el corazon desu Madre en donde (1) Mat. cap. 8. v. 20. (2) Luc. cap. 23, v. 2. (3) Joann. cap. 13, y. 4. K A A ZN A

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