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A PP 467 su sustancia, está unido 4 María en la naturaleza humana con el mis- mo lazo de filiacion que lo ata á su Padre en la divina. María se acer- ca al Hijo de Dios con la misma intensidad con que se unen la luz y el rayo, la planta y la flor,.y el corazon de la madre con el corazon del hijo. La filiacion es eterna , inmensa é infinita: luego el amor que los vincula es tambien eterno, inmenso é infinito. Pero este amor se extiende por parte de Jesus á todos los hombres , sin excluir uno so- lo ; y necesariamente tambien el amor de la Madre abarca á todos los descendientes de Adan, porque todos son los hermanos de su Hijo. No se excluye ni al traidor Judas, ni al discípulo cobarde, ni al sa= yon inhumano , ni al soldado cruel. Con tal que se acuerden de que tienen en María una Madre, y vuelvan á ella su mirada y pidan per- don, Jesus los recibe , los consuela, los lava en su sangre, les pone el sello de su caridad , los admite en su convite y los lleva al paraíso, porque son sus hermanos, hijos todos de un mismo Padre celestial, y engendrados en el corazon de su propia Madre : tanto como esto 6n- traña la filiacion divina del hombre. La distancia que habia entre los dos paraísos se ha acortado : el Gólgota con sus hondonadas entrecortadas de riscos áridos y puntiagu- dos, y sin otros matices sino las osamentas de los ajusticiados: el Gólgota de donde parece que de noche salen fantasmas que dan pa- vor al transeunte, y de dia sólo es visitado de águilas rapantes , ¿qué olra cosa es mas que un trasunto fiel del paraiso perdido, donde sólo vegetara la hedionda planta del muladar del pecado , y en cu- yo ámbito solo vivió la pavorosa sombra del crímen, y la fiera aso- ladora de la rebelión? Pues bien : de esta mansion tan tétrica, saca Dios al hombre hasta conducirlo 4 la cima de la justificacion, lleván- dolo Dios de s1 mano. Y ¿cómo lo lleva? Conduciéndolo hasta el para- ge donde está su Madre tierna y heroiea, diciéndola : Mujer , hé ahí tu. hijo, y al pecador,: ahí tienes á tu Madre. La Providencia divina se ve aquí llevando las cosas á sa ún con sabiduría infinita: Adan, la criatura predilecta de Dios, tiene la teme- ridad de colocarse en un declive que lo arroja al abismo ; pero Dios se digna darle la mano para que se levante, empezando la obra de su regeneración por perdonarle su apostasía y devolverle la. filiación que había perdido. Se perdió un paraiso y se:halló otro : un Adan terreno no quiso apreciar dignamente los dones del cielo y los holló ; otro Adan celestial devolvió los dones perdidos , enriqueciendo con ellos á todos los hombres. Una Eva nada amante de su: linaje, hizo poco caso de los males que la habían de sobrevenir, sino obedecía á Dios, y guardaba sus mandamientos. Otra Eva, caritativa, cariñosa y amante de sus hijos recoge á los que la primera había arrojado, y planta aquel árbol de vida, cuyos frutos son para quien los come , gérmen de vida eterna. Esta Eva es la Vírgen María.
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