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464 hombre , pues lo seduciria á él, así como él mismo la había engañado á ella. Nose equivocó el espíritu malo en sus cálculos inmediatos: él se- dujo á Eva, y Eva sedujo 4 Adan: pero en lo demás se engañó, no re- sultando lo que él deseaba, que era que el cielo se cerrase para siem- pre al hombre: porque cuando él creía quelo cerraba, Dios le im- pedía que lo hiciese, Dios lo rechazaba. Respecto de esta escena del paraiso nada entenderémos si no tene- mos fe; allí nada nos dicen los sentidos, ni nos objetan más que un vergel , muchos árboles , pero entre ellos el de la vida, una sierpe que se relame de alegría y se vuelve y revuelve entre el follaje mirando con sonrisa sarcástica 4 Adan y Eva, como insultándolos porque los ha derribado de la dignidad , 4 que Dios los había destinado, al mismo Adan y su mujer, y por fin los ecos de la voz de Dios que habla alter- nativamente con los tres. La conversacion divina es corta, pero enfática y majestuosa, de juez, de padre, de amigo, de bienhechor: en ella Dios condena , Dios perdona, Dios amenaza, Dios promete, y por fin Dios emplaza y cita á los que allí están para un gran dia, en el cual alguno de los que le oyen ha de quedar castigado, vencido, encadenado , y eon la cabeza estrellada y desmenuzada. Esto es lo que vemos en el paraiso; pero la fe nos eleva á otra region más alta, donde pasan otras cosas que los sentidos no pueden ver ni palpar. Dios tenía decretada la restauracion de Adan desde la eternidad , pues tenía prevista su caida. Mas ¿cómo la tenía decretada? ¿Qué pasó allá en los siglos eternos, cuando Dios veía que su criatura predilecta se iba á echar en el abismo, de donde ella no podía salir con sus fuerzas? Véase cómo nos describe esta escena el Profeta, y con él el Apóstol: Padre, dijo el Hijo de Dios, tú no has querido sacraficio ni ofrenda por este pecado, porque es una ofensa infinita hecha á la majestad infinita de nuestra santidad, á cuya satisfaccion condigna no llegan las fuerzas de Adan ni las de todos sus hijos , pues además do ser todos pecadores, el mérito de sus obras no tendrá jamás un valor infinito , cual se necesita para pagar esta deuda. Mas á mí me has apropiado un cuerpo morlal, habiendo decretado que yo, que soy tu Hjo, me haga hombre, y te ofrezca un sacrificio para la redencion de los pecadores , hijos de Adan; y puesto que, no te han agradado holocaustos por el pecado ; entónces dije: heme aquí que vengo para cumplir , oh Dios , tu voluntad, segun está escrito de mi en el prin- cipio (1). No hay que dudarlo, esto que estaba escrito en los libros eternos y forma el primer capitulo de la historia de las maravillas de Dios, tuvo su aplicacion en el paraiso, Segun los designios de Dios, Adan (1) Hebr. cap. 10, vv. 5, 6,7.
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