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458 su Padre (1); y otro tanto sucedió cuando se llamó Hijo de Dios. Por'lo demás Jesueristo se dió 4 sí mismo casi Siempre el dietado de hijo del hombre, el enal encerraba dos arcanos, el de su humillacion infinita y el de su ministerio de mediador, que ejercía precisamente como hombre. Y bajo este concepto, ¿qué dictado había dado Dios á su Hijo ántes que viniese al mundo? ¿Cómo se había amado á sí mismo el Hijo, cuando lo personificaba algun profeta en sus palabras ó acciones? El dictado de sierve va siempre unido á los predicamentos más sublimes: he aqué mi siervo, á quien he escogido, dice Dios por Isaias. He puesto mi espíritu en'él (2). Esto me dice el Señor , clama el mismo: el hacerme siervo suyo desde el vientre; yo le he dado para luz de las naciones 4 fin de que seas mi salud hasta el extremo de la tierra (3). Yo enviaré, habla Dios todavía por el profeta Zacarías , yo enviaré á mi siervo, el Oriente (4). El mismo Hijo de Dios, al hablar por el profeta David de la causa por que venía al mundo, le dirige este razonamiento: No te fueron gratos los holocaustos por el pecado, m quisiste para la remision de la culpa el sacrificio y la oblacion ; pero tú me has preparado las orejas y entónces dije: aquí vengo, oh Dios, dispuesto á hacer tu voluntad (5). Mas, ¿por que, y para qué, era siervo el Hijo de Dios delante de su Padre? Era siervo, por- que se había humillado infinitamente, tomando muestra naturaleza, en la cual distamos infinitamente de Dios; y lo era, para cumplir y ejecutar en esa naturaleza el medio de redimir al mundo; lo qúe no podía llevarse á cabo, sino es haciéndose Dios hombre. Asi, cada vez que Jesucristo se lMamaba hijo del hombre , manifestaba dos 'cosas, la infinidad de su humillación y la inefuble sublimidad de su ministerio. Volvamos , pues, ahora nuestras miradas á la Virgen', que da su última respuesta al ángel, y hallarémos respectivamente una admira- ble conformidad en sus palabras y en su significación con las de su Hijo. Marla se llamó sierva del Señor, porque en la sublimidad de su dignidad, no salió jamás de aquella humildad casi infinita, conque se consideraba á si misma como la más ínfima de las criaturas, Sabía que era Madre de «Dios, reina de los ángeles, señora del mundo; pe- ro ella no sabía darse otro dictado sino el de eselava del Señor. Mas, en esa frase significaba tambien lo sublime de su vocacion y lo inéfa- (1) Matth. cap. 96, v. 64. (3) Isai. cap. 49, v. 6. (2) Isai. cap. 62, v. 1. (4) ' Zacarías, cap. 3, v. 8. (5) Psalm. 72. v. 7.—El Apóstol en su carta á los Hebreos dice 5 tulo 10, v. 5) estas palabras, y me preparaste el cuerpo; pero viene á de- cir lo mismo, pues en uno y otro texto se explica la servidumbre, con la única diferencia de explicar David el signo de la misma servidumbre, cual era entre los antiguos , la perforación de las orejas, pues todos los esclavos las llevaban agujereadas.
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