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457 al ángel, «La que "es elegida Madre de Dios, se llama esclava, dité S. Ambrosio, no reservándose para si misma nioguna de tantas prerogativas como le corresponden, contentándose con haber hecho lo que Dios quería» (1). «Háblala un ángel, dice S. Buenaventura; se la dice que es llena de gracia, se la asegura que va á yenir sobre ella el Espíritu Santo : es elegida Madre de Dios, es la Señora del mundo, la primera de las criaturas, y sin embargo, por una humildad incon- cebible-, se llama ella á si misma la esclava del Señor» (2). Pero, no es posible pasar á la ligera enla consideracion de esta gloria de la Vírgen: sorprende esta humildad profundísima de la Virgen, al darse este calificativo: pero séanos lícito investigar por un momento, por qué María se dió ese dictado, al parecer de los hombres tan bajo, pues pudiera alguno decir que era porque aún no conocía la Virgen, con toda perfeccion, las excelencias de su dignidad. Pero nv es asi; las co- nocía tan perfectamente, que sabía que todas las generaciones la habían de llamar bienaventurada; y sabía que la habían de aclamar dichosa, por las cosas grandes y admirables que Dios obraba en ella; es decir, porque'era Madre de Dios, señora por consiguiente de los Angeles y reina de todo lo criado. Hay en ese dictado, que se da la Virgen á sí misma, el gran misterio de su cooperacion á la redención de los hombres, y lo encubren esas palabras sublimes é inefables , con que” María Se presta voluntariamente á cooperar á Jos designios de Dios. Véase cómo se condujo Jesucristo con los hombres; y además de advertir. que no discrepan en nada los procederes del Hijo y los de la Madre, descubrirémos el arcano sublime , que encierran los califica- tivos que se da:la Vírgen. Cuantas yeces se nombraba Jesucristo á sí mismo , se llamaba h2%o del hombre , siéndo así que erá tambien hijo de Dios: en esto nos descubría Jesucristo su humildad profundísima, porque con sólo hacerse hombre, Dios se humilló hasta anonadar al parecer todas sus grandezas. Pero al mismo tiempo se advierte, que Jesucristo se daba 4 sí mismo el nombre que convenía al ministerio sublime que estaba ejerciendo;-pues estaba entónces ejerciendo el oficio de mediador entre su Padre y los hombres, debiendo aplacar á Aquél y salvará éstos. ¡Admirable economía de la dispensacion divina! Bien sabía Jesucristo que era rey de los Angeles, y no quiso decirlo sin em- bargo, sino cuando “tuvo que dar á uno de sus discípulos lecciones de mansedumbre, cási al tiempo de morir (3). Tambien sabía qué había de venir algun dia á juzgar á los vivos y á los muertos; y tampoco lo dijo sino cuando tuvo que salir por la gloria de su santo nombre y el de (1) S. Ambros., lib. 4 in Luc: S. Bonav. in Specul. , capo. (3) Matth. cap. 26, y. 33.

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