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424 luégo 41a mente de los fieles lo que aquella Señora valía por sas méritos, y lo que importaba por su cooperacion en la obra de la redencion. Ella era la que había dado 4 la. naz turaleza humana un Redentor, ella la que lo había educa- do y alimentado á sus pechos, ella la que lo había conser= vado y librado de peligros. Desde Nazareth hasta el Gól= gota, era grande el espacio que la Vírgen'había recorrido, y en todo él había estado siempre al lado'de Jesus : en este supuesto, se veía al momento que María había tenido una intervencion directa en la redencion del mundo , siendo por consiguiente tan necesaria su asistencia: en esa: inefable obra al principiarla en Nazareth ,'como al concluirla en el” Calvario. Como una consecuencia de esto; Maria Santísima fué mirada desde aquel instante como el único sér que tenía ciencia de los grandes secretos de Dios, 'y delos medios empleados para ejecutar la gran obra de la redencion. Ella empezó desde entónces á ser la maestra de los Apóstoles, quienes oían de sus labios la relacion de los: hechos del Salvador en su infancia, en su puericia y en su juventud: Las tiernas escenas de Bethlehem, ocurridas entre los pas- tores, la imponente adoracion de los sabios de Oriente,-la: majestuosa entrada del Hijo de Dios en el templo, llevado en los brazos del anciano Simeon, y cuanto ocurrió en 108 viajes desde Nazareth hasta Menfis al hur de la persecu= cion de Herodes, y al volver del destierro, todo lo apren=' dieron los Apóstules y discípulos de los labios de la Vír= gon. Cuando sé concluia'el magistório sensible de Jesticris- to, porque éste subía á los cielos á. sentarse á la: diestra del Padre, empezaba el de la Virgen María, quien-quedó: enla tiórra para sér el consuelo delos Apóstoles y disci! púlos; y responder 4 cuanto'ústos la preguntaser, y “fuese necesario que éstos supiesen sobre la vida de-su Maestro y Redentor. y