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l 4 ER k ¡ 4 e q y e EA. 420 buenas como hacia Jesucristo, y tantas palabras de con; snelo.como pronunciaba, excitaron alguna vez el entusias- mo del pueblo, que lo saludó como hijo de David. y en- viado de Dios: es.evidente que todas «estas alabanzas del Hijo venian á refluir naturalmente en honor de su Madre, aunque esta no fuese nombrada jamás : sin embargo, en una de las ocasiones en que más confluyó la concurrencia del pueblo, para Ver y oir á Jesus, fueron tantos.los bene- ficios que éste hizo en pocos instantes, que, sorprendieron á cuantos le rodeaban , distinguiéndose entre la muche- dumbre una mujer,,la cual por cierto expresó en su razo- namiento, tan breye como sublime, la fe de la- Iglesia ca- tólica sobre la Virgen. Esta mujer adoptó una lógica más elevada que la del vulgo para elogiar á Jesucristo ; lo ben- dijo ,/lo-alabó, lo ensalzó , como lo hacian los demás; pero, no quiso predicar sus alabanzas, sin decir que irían siem- pre juntas las del Hijo y las de la Madre. para esta mujer era dichoso aquel Jesus que tantos bienes hacía, ; benditos eran aquellos labios, que tantas palabras de amor, pronup- ciaban, y aquellas manos, que repartian gracias y favores; mas con todo eso, mo lo bendijo á él directamente, sino 4 la Madre que tuvo: las alabanzas directas fueron para ésta, dando áú:entender; que asi. como lo que fuese alabanza, de Jesus, lo era de su Madre, asi también lo que fuese gloria para. la Madre, lo había de ser para el Hijo. Dichoso es, dijo, el vientre que te: llevó : benditos son los pechos que mamas- te (1). Y al decir estas palabras, significó, sin saberlo, que entre Jesus y Maria había una comunicacion de glorias tan extensa y tan intima, que convendrian á los dos con iden- tidad perfecta. Podo esto había pasado en la: vida de la Virgen al lado de su Hijo4 mole faltaron bendiciones y alabanzas por par- (1) Lar. cap Jessy. 27 ye
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