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47 que declarar á los hombres lo que Dios ha hecho con ella. Si la Virgen Maria hubiese pasado una vida apacible y tranquila, y no hubiese padecido esas contradicciones, que son el patrimonio de la vida, aún pudiera decirse que la misma apacibilidad de su existencia era un motivo para queno manifestase á nadie los secretos de su corazon. Mas no fue así: y léjos de eso, aun en el hogar doméstico, tuvo unos momentos de tribulacion recia y desencadenada; pues su esposo, ignorando los misterios que Dios había obrado en ella, quiso abandonarla (1), y otros sobrevinieron en su vida pública, en los cuales parece que la razon humana dicta, que podía haber hablado. Sin embargo, María no habló, dejando á Dios el cuidado de volver la paz al cora- zon atribulado y encomendando á él tambien los secretos de:amargura que padecía el suyo. Entre tanto, por lo' que hace al porvenir de si misma, fueron pocas las palabras que pronunció la Virgen: mas, estan grande el volúmen de grandezas que esas palabras encierran, que no pueden describirlas los hombres de todas las edades, porque han de durar aquéllas mucho más tiempo, que él que Dios tiene señalado á la vida de las na- ciones. «En' ocasion de haber ido la Virgen á visitar á su prima Santa Isabel, ésta, movida por inspiracion del 'Es- piritu Santo, publicó sin rebozo lo que era su parienta. Bendita eres, la dijo, entre todas las mujeres, y bendito es el Fruto de tu vientre. Y ¿de dónde me viene a mi que venga d verme la Madre de mi Señor? (2). Esta manifestacion, tan franca ¡como solemne, no podía quedar sin respuesta: la Virgen contestó con un cántico de pocas frases, pero que en- cierra en ellas la historia de] tiempo yde la eternidad. Mas, en:este cántico hay una estrofa, en la cual María descu- (1) Matth. cap. 4, v. 19, (2) Luc. cap. 4,v. 12. y -]
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