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e a 393 reduciendo á la nada sus divinidades fingidas, para que entrase en su lúgar el único Dios verdadero ,el Hijo de María : alli Felipe, que llega- ba de la Frigía: Bartolomé , “que 'háabia- convertido la:A rmienia : Mateo. que se internara enla Etiopía: Simon, que habíd! pabjficado de las inmundicias idólatras el Egipto : y Tadeo; que'és el país del padre de los creyentes plantara'la fe de Jesucristo: "Podos vienen en las alas de! Espírite divino y se dirigen al: monteoSion; donde” la santa Madre ha- bla recibido eon: ellos las gracias del ciélo!, y dode:se ¡dncuentra re- posando, .esperando el momento: felizen' que.sú alot suba á lá Jeru- salen celestial (1). | Antes que llegasen estos pregóneros del Evangelio 'de; su: Hijo, la Santísima Virgen fué á visitar todos lOs lugares santificardos con la san- gre' de aquél: muy en éspecial visitó:el huerto de Getsemáni ; donde la tierra había sido regada con su sangre vuando 'oraba drsu: Padre, y allí derramó: la Madre: afectuosísima' abundantes lágrimas de gózo ce- lestial y dando. gracias á su. hijo pórque le había visado gu próxima par- tida de esté múndo (2). Despuesde hectastodas estas visitas: 4'los san- tos lugares', la Virgen $e retiró 4 la casa enque yivia”¿pará tenér todas las cosas preparadas pára cuandó llegáseve!lrmomento de; ver 4' su Hijo. Dice la tradicion que esta casa temblo, cosa que jamás se había visto en el edificio; $ afirma San Isidoro de Tesalónica ; que rellere este ca- (4) No podemos menos de transcribir aquí las pálabras, tón que un Santo Padre de la Iglesia griega” describe esto 'portento; dite'así: * Los Apóstoles viniendo de playas distintas del múndo!se-funtan todós,:ó para hablar;con;mas propiedad, yienen/por:el aireonosé de dónde,/y.caen co- mo lluvia en la tierra, ¡Oh la nueya lluyia! ¡Ob, inantés que vuelan! ¡Oh viandantes étéreos! Ahora podemos dectr con 1salasy preguntar con gracia : ¿Quiénes són éstos, ue vuelan tomo muúbes? (Isái."¿ap: 60, v.8.) ¿Qué-es lo que motiva 'un evento! tan:nuévo y admirable? ¿Dedónde nos viene que:bajen ahora hombres de las nubes? ¿Cómo nos despido el cielo tal ejército de hombres terrestres? No es ya un Elías, que sube de aquí, arrebatado por los aires arriba (Reg. 4.*, cap. 2, v. 14); ni un Habacuc llevado por las nubes (Dan. cap. 14, v. 33); ni un Pabló llevado hasta: el tercer cielo; sino que es el mismo Pablo , quien. así como los demás,, se nos viene del cielo; y ¿por qué? Porque erá necesario un gran iómero de ministros, para asistir á este misterio tobilísimo, + (Di4, Sotim, Euchai- tens. Serm, in Deipar. Dormitión, 1. XIX.) re ] 2). El Padre de la Iglesia San Isidoro refiere com asombro, que suce- dió al entrar la Virgen en Gefseñaní un portento adutirable, Dice que apénas la Señora se puso á orar, todas las plantas, que había en su derre- dor, se empezaron 4 mover; y tán pronto tomo dobló sas rodillas, todos los arbustos y'4rbholes se inclinaron, secundando las pradlones de la Rei- na del mundo. (Sérm. de Dóormit Deipar,, 1. VI Parece, dice el Santo, queseavergonzaban de no hacer toda:reyereñicia, y de ho demostrar que aquella Virgen tenía un nombre tan graride y excelso, que merecía que se doblase delante de ella toda rodilla en el cielo y en la tierra y en los abis- mos. (1d. ibid.)

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