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Iii IIA . Sii IPN TE A A 32 habían de darse á los hombres para que se elevasen á Dios, tendrían tres derivaciones , una de Dios á Cristo, otra de Cristo á su Madre, y la última , de su Madre á los hombres. Fundado en estos principios, pregunta San Ireneo, por qué exigió Dios el consentimiento de la Vírgen en la Encarnacion de su Hijo; y responde: que porque Dios quería que María: fuera el principio de todos los bienes (1). Y este mis- mo pensamiento han explicado con difusion los Santos Padres, y en- tre ellos baste citar á San Bernardo, que dive estas palabras : Debien- do Dios redimir al:hombre, depositó todo el fruto de la redencion en María (2). Y compréndese esto más fácilmente al examinar el modo como Dios procedió en ordenar las causas por donde habíamos de tener la vida natural, y el que adoptó para que nos viniese la gracia. Cuando crió 4 Adan de la nada, quiso darle una compañera que fuese la ma- dre de todos los vivientes de la naturaleza humana : para llevará cabo esta obra, no inquirió de Adan el consentimiento para que cediese la materia de que había de formar á su esposa. Hízolo Dios caer en un sueño profundo, y habiéndose dormido , tomó una de sus costillas, de la cual formó la mujer , presentándosela á Adan á poco (5). Adan no tuyo mérito alguno en haber suministrado la materia necesaria á la formacion de la madre de todos los hombres segun la naturaleza; como no tiene mérito generalmente hablando, ni tampoco deméri- to, en sus acciones, el hombre dormido, pues no se le imputan , por falta de advertencia y deliberacion. Sucedió todo lo contrario al que- rer Dios dar al mundo un Salvador que nos hiciese hijos suyos , adop- tados en este su Hijo natural, porque este Redentor no podía venir al mundo sino por medio de la generacion temporal en el seno de una mujer, la cual había de ceder su compuesto, entregándose espontá- neamente al poder divino para que hiciera Dios de ella lo que fuese de su mayor agrado; y esto daría dos resultados admirables é inefa- bles, pues Dios tendría una Madre que le diese el sér natural de hom- bre , y nosotros la tendríamos tambien para que nos diese el sér so- brenatural, la vida de la gracia. De manera que con un solo acto nos dió María dos fraternidades con 'el Hijo de Dios, una natural, pues una vez hecho hombre es nuestro hermano segun la carne; y otra sobrenatural, pues desde entónces empezamos á ser hijos de Dios y coherederos de Cristo. Así es que al llegar la plenitud de los tiempos, en que Dies envió á su Hijo hecho de mujer, no quiso dar este gran paso sin enviar á ésta primero á uno de sus mas allegados familiares, para pedirla su eooperacion y consentimiento. Cosa rara y singular parece esto; y (1) Lib. cont. Valent., e. 33. (2) Serm. de Aqueduct. (3) Gen. c..2, v. 21,22,

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