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371 salterio, y su vihuela (1); y despues de haber pasado entre él y su Madre los más suaves coloquios, y de haberse idado.las congratula= ciones recíprocas, que sólo puede imaginar la Madre, que las dió y recibió de'todo un Bios , habia: pásado al mismo huerto donde existía sussepulero , para consolar á sus fieles discípulas y eonfirmarla$ con su presencia y sus palabras , en lo que los ángeles les habían dicho de órden suya. La transicion del alma de María del abismo de latristeza al Océano de la alegría , no pudiera efectuarse -sin una gracia: desu Hijo, única en:su género, que la preparara ,para recibir la: visita. del mismo Hijo ya: glorioso ; y:la fortaleciera para.ver en él aquellos urca= nos que no es licitodecir:á un mortal, porque no puede verlos mién= tras esté en esta vida (2). ¡Qué extática quedaria la Madre , cuando el Hijo la saludó con las mismas: palabras , con: que lo/hiciera cuando la. encontró-en la calle de la ¡Amargura!:¡Qué :gozo no tendría , al ver aquel cuerpo resplande- ciente y»hermosú, cual no es posible: imaginarse; aquellas llagas re- folgentes cón-los resplandores de la divinidad , y aquella snavidad y majestad .del rostro «desu Hijo! Seguramente en aquel mómento fué indemuoizada lá Virgen de cuantas penas y angustias había padecido emlos treinta y tresaños de la vida de-su Hijo. No*fué sin duda: aquélla la última visita que Jesus hizo 4 su-Madre despues:de resucitado: ántes es-de creer ,.que cada dia la concedería esta.gracia en los cuarenta dias que conversó aún:con-sus Apóstoles, tratando con ellos. de cuanto pertenecía á la fundacion de su Iglesia. (1) Psalm. 36, y. 9. No hablan los Evangelistás de ésta aparicion de Jesucristo á su Madre : pero no es extraño,, porque los autores inspira- dos escribían dictándoles-los conceptos y. áun las palabras el mismo Dios: y Dios, que es sapientísimo, no dispuso que Pr los Evangelistas de lo que no era preciso explicar, para que fuese creido. La tradicion de lós Padrés es cunstante en afirmar; qué apénas salió Jesús del sepul- ero; fué 4 consolar ássu Madre: Sirva de-prueba el santo Arzobispo Juan Eucaitense ¿quedice estas palabras: Pagó, la Virgen á su Hijo el tribu» to de los funerales; despues tuvo aquel espectáculo hermoso, grande y dulcísimo, el de ver á Cristo á quien poco ántes había encerrado en el sepulcro. ¡Oh potestad ! ¡oh virtud divina! Al tercer dia ve vivo á su muy amado , abrazando -al que había deseado con tanto ardor, y ale- grándose entre mil afectos de reverencia y temor, de amor y de gozo, al verlo junto á si con tanta gloria,» (Serm. in Deipar, Dormit. v. XV.) ¿Cónio el mejor de los Hijos no hubiera hecho personalmente cor su Madre, lo que en la misma hora mandó que los ángeles hicieran con las devotas mujeres, y éstas con los Apóstoles, avisando á todos. que ya había resucitado? Diez son-las apariciones , de que nos hablan los libros del Nuevo Testamento : sin embargo. ¿cuántas veces más apare- ceria Jesucristo á sus discípulos? No las refieren los Evangelios ; pero tengamos presente lo que. dice San Juan en el capitnio 21, y. 25 (2) 2*Cor., cap. 12, v. £.
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