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359 con un/amor y ternura inefable. Diera entónces un paso más la afli- gidísima Señora , y las lanzas y alabardas romanas , que iban en ris- tre, se alzaron, dando lugar á que entrase entre filas la gente extra- ña, que inopinadamente había aparecido en aquella escena de cruel- dad. ¡Ah! Estaba pasando la viña del Padre de familias de las manos de los labradores inhumanos, que mataban al Hijo querido, 4 otras que diesen frutos dignos, y era entre los hijos del pueblo nuevo que Dios. iba á. tener, donde en el dia de su sacrificio hallaría algunas en- trahas compasivas. No habian yisto aquel dia los soldados romanos , sino rostros fe— roces y sanguinarios : y aunque debían enristrar sus picas contra el pecho: de: todo el que intentase unirse al acusado, al ver que llegaba una Señora hermosa como el sol, aunque eclipsada por las sombras del:dolor , modesta, llorosa. y triste, acompañada de otras mujeres cuyos ojos brotan lágrimas sin cesar, y de cuyos pechos salian ayes lastimeros, y de un jóven parecido por su edad y su aspecto inocente al reo que custodiaban, quedaron asombrados de ver, que en medio de tantos tigres, hubiera corazones humanos. Comprendie- ron que era gente inofensiva: creyeron que quizás aquel jóven ga— lileo era: algun hermano del condenado: á muerte, que venía á llorar con él; que aquellas mujeres eran sus parientes, y que aquella noble Señora era: su Madre, y movidos á piedad los dejaron pasar. ¡Ah! Quizás iba allí el Centurion: quizás noble, compasivo y generoso, mandó que los alazanes fuesen sofrenados, que las lanzas se inclinasen por tierra Ó mirasen al cielo, para que pasase libremente aquella no- bilísima Señora, que había aparecido alli de repente: y. si así fué, no quedó por cierto sin recompensa esta accion generosa y pla, pues Dios aumentando su gracia , lo escogiera para que en el mismo lugar del suplicio dijese al espirar Jesus,.que era en verdad Hijo del Al- tisimo.. No es permitido á ningun mortal el saber lo que pasó en el alma de María, cuando logró ver 4 su Hijo tan de cerca, y pudo con= templar los estragos que había hecho ya en él la crueldad de los ver- dugos. ¡No había cabida para-la alegría en medio de- tanta tristeza:: pero asomó un consuelo á: su-corazon: arrojando de él el peso-qué le nia por no ver 4 su Hijo, aunque al hallarlo tan maltratado , fué aquél como una chispa de fuego, que cayó en un inmenso mar de amargura. Siguiólo , sin embargo , con más valor y generosidad que Abrahan marchara tras de su hijo Isaac, cuando. éste subía á la mis- ma montaña; llevando sobre .su espalda la: leña que había de servir para su sacrificio (1). Lo vió caer en tierra por tercera vez, lo vió (1) Gen. , cap. 22, v. 6. Ai 4 y m6

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