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349 confirmar la sentencia dada. ya de antemano, contra el preso. Pocu faltaba ya. para que llegara: la .hora.en que. las trompetas. argentinas del. templo ¡anunciasen. el dia de. parasceve 6, preparacion, de la pas- cua; y cuando, toda la ciudad está. todavia entregada al descanso de la noche , se advierte un ir y venir desusado , que no. era; otra cosa más que la muchedumbre de enviados que se. cruzaban por, todas par- tes, lNevando la órden convocatoria: «del concilio 4, los, principales. y letrados de la ciudad. Apénas el sol había bañado con sus rayos amortecidos y lúgubres las altas cúpulas del templo , cuando;el concilio abrió su sesion :s0- lemae; y plena , siendo llamado 4.,él el amable Jesus, esperándolo, el Pontifice con toda la majestad y aparato de un sucesor de Aaron. La Verdad por esencia, que no puede contradecirse, mi mentir, ni en- gañar , siendo interpelada á nombre: de :su;Padre., contestó al gran sacerdote , diciéndole, que Dios era. su Padre, que le había dado la * facultad de juzgar al mundo , y que él mismo y cuantos lo acompaña- ban lo verían pronto venir en las nubes del cielo con gloria y majes- tad (4). Esta respuesta derramó en el salon del concilio. más luz que la.que el sol: había, derramado ya sobre la tierra ; pero esta luz , léjos de ¡luminará aquellos impíos; los deslumbró y. cegó , .obstinándose ellos más y más.en el mal. Todos los asientos y sillas ¡se alzaron 4, la vez: un ruido confuso de vestiduras rasgadas, de voces de muerte al sacrilego:y, blasfemo, y: de anatema al falso, Mesías , se oyó por todas partes ;. y levantándose todos en el acto, salieron tumultuosamente llevando al preso esposado ; encadenado y atado,. para conducirle 4 la potestad civil, y hacerlo ejecutar (2). ¡Qué grupo tan diferente yenía entónces mismo de Bethania 4 Je- rusalen ! ¡Qué corazones tan diversos eran los unos de los otros! An— tes que las avecillas saludasen al sol naciente, se había puesto en mar- cha Ja Virgen María, acompañada del discípulo amado, de la heroica María Magdalena y de otras mujeres pías y religiosas , enderezando sus pasos modestos y. silenciosos hácia. la ciudad ya casi, deicida. Un solo pensamiento había en los corazones de todos, y era Jesus; y sin embargo., ninguno se atrevía casi 4,/nombrarlo, por, no interrumpir el silencio doloroso con un llanto general, que imprimiese en todos una consternación más grave. Ayes silenciosos y reprimidos al asomar 4 los labios, es lo único que interrumpe lo quedo y mustio de aquel mno- vimiento. ¡Ay , Hijo mio! ¡Ay, Maestro mio! ¡Ay, Redentor mio! Son las únicas frases, que salen tan pronto del corazon de la Madre, tan pronto de el del virginal discípulo, tan pronto del de aquellas mujeres, á, quienes Jesus librara de sus pecados, (4). Marc. , cap» 14,.y. 62, (9)... Luc,., cap. 23, y. 1, RT E A AGO ES IE na SALIR IPAA
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