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325 sola y empezando por las que se reclinan «bajo pabellones de: oro, y descendiendo hasta lá desaliñada zagala , que vive en un triste tugu= rio. La pobreza de María Santisima era absolutamente voluntaria, pues siendo la madre de Dios , era la Señora de todo lo visible: el Hijo y la Madre vivían en una solédad total, como si fuerán dos persónas del vulgo, cuando tenían á sus órdenes todas las legiones de los 4nge- les', y pasaban una vida de privaciones y de oscuridad , siendo suyos todos los tesoros del cielo y dela tierra. Enseñaba por lo tanto la Vir gen'á todas las mujeres 4 emplear el tiempo santámente , ora trabas jando'con sus “manos, óra empléándose en iostruir'4 sus hijos y dos mésticos si los tavieran , ora consagrando una parte del dia 4 la me- ditación. de las santas escrituras y de las obras del ¿mor divino: Y en efecto, muchas princesas y nobles matronas ha habido en el eyis- ttanismo, que por imitar 4 la Madre de Diós, trabajabán en labores de manos, no desdeñándose mandar vender” sus “trabajós para soco- rrer con su producto 4 lós pobres , ni Coser sábanas para hospitales, y ropas para los indigentes, no usando ellas entre tanto los trajes costo- sos y los vestidos exquisitos sino pór necesidad, y llevando en sis eo= rázónes 'el espiritu de pobreza ,“el desprendimiento de tódas las cosas y de sí mismas, sin lo eual las grandezas húmanas no'son más que unos precipicios para él abismo. Distan por'lo tanto inmensamente del modelo de Nazareth, las mujeres cristianas que no sé adornan con sobriedad, adoptando tan- tas y tan ridículas maneras de vestirse como cada dia inventa la vaz nidad lojuriosa”, y usando de tantas superfluidades , que debieran em- plear en socorteral indigente y en vestir al desnudo: Vanamente se querrán 'amalgamaár la piedad cristiana y! lá devoción verdadera á la Vírgen , con el lujo inmoderado y las invenciones, que no contriba- yen más que 4 fomentar la conenpiscencia: pués es'regla jnfalible que noes posible egar 4 la perfeccion cristiana , miéntras uno no piense sino en adornar Su cuerpo. ¡Ah! Vemos que Ja sociedad tiene cada día ménos fe, y se va dando más 4 los vicios : y podemos decir” qué las causas son dos ¡el lujo desenfrenado de las mujeres , al cual se sa- eriticañ todas las virtudes, y esa inundacion de libros impíos”, Mbri- cos, y novelescos , qué andan en sús manos ; porqie así como Dios se sirve de la mujer pará engendrar 4 los hombres á la vida natural: así el enemigo de Dios se sírve de ellas tuándo son vanas, disipadas, novelescas , y poco honestas en sus trajes y modales, para inócular en la humanidad la desmoralizacion de costumbres, la ineredulidad, el desprecio de Dios y de sus penas: y para hacer que se busquen un paraíso abominable entre los placeres degradantes de esta vida, teniendo en poco ó en nada el.que Dios tiene preparado para los bue nos en la otra. ¡Ah! Si pudieran persuadirse las mujeres cristianas de que su demasiado lujo es la puerta “más anchurosa para empujar por
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