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308 ya segura de que no atentarían ya los enemigos contra la vida de su Hijo. Complaceríase tambien su alma en ver cumplido lo que Isaias había dicho sobre la ida de su Hijo á aquel país , pues sabía que al en- trar él en Egipto , serian conmovidos los ídolos, y se les declararía el exterminio (1). Y en efecto, dicen los santos Padres antiguos, que cuando Jesus entró en aquel pais llevado en los brazos de su Madre como en ligera nube, temblaron los templos de los ídolos y muchos de éstos cayeron por tierra (2). En especial se dice , que al pasar la Se- hora cun su Niño bajo el arco berroqueño de la puerta principal de la ciudad eliopolitana, todos los simulacros de un templo vecino cayeron al suelo y se hicieron pedazos (3). Entre tanto la santa familia , pasan- do de esta ciudad, fué á alojarse en una aldea llamada Matarich, donde tomando una casita pobre , descansó de las fatigas del viaje, y tomó aliento despues de los ahogos en que la pusiera la persecucion de Herodes. ¡Qué dulce es el padecer por Cristo! Bien nos lo enseñó María en la alegría con que dejósu patria , sus deudos y todo, por salvar á Jesus: aprendamos de ella , y como San Pablo tengamos nuestro pla— cer en las contumelias, en las privaciones, en las persecuciones, y en las angustias por el Señor (4). Oh María, verdadero trono de Dios: ¡cuánto te debe la humanidad en haber salvado de los peligros'al Salvador que la habías dado, para que viviese entre los hombres, los enseñase con sus palabras , los edi- ficase con sus ejemplos y los redimiese con su muerte! Dígnate ser mi amparo contra el cruel tirano de las tinieblas, que quiere destruir en mí la inocencia que me da la gracia de tu Hijo, para que cubierto con tu sagrado manto , pase salvo el desierto de la tierra, y llegue seguro al cielo. Así sea. árbol, segun lo creen los cristianos de Egipto, pues ántes de entrar en el Cairo y cerca del sitio donde estaba la ciudad del Sol, llamada Eliopoleos en griego, hay un árbol vetustísimo , llamado por todos el árbol de la Virgen. Tambien hay una fuente llamada de Jesus y de María, y de ella se dice que en los momentos en que la Vírgen dejaba sentado á su niño en el suelo, para irá buscar un poco de agua , pues padecía mucha sed por efecto del cansancio , el Niño dió ur golpecito con su pié derecho , y bro- tó al punto un manantial. (Bandini, Vida de la Virgen, part. ?2.”, capí- tulo 6, edicion de Florencia en 4860.) (1) Isai. cap. 19, v. 1. (2) P. Scio de S. Miguel al cap. 19 de Isaías, v. 1. (3) San Doroteo Martir, Sozómeno, San Anselmo, San Buenaventu- ra, Lira . Dionisio Cartusiano, Barradio y otros refieren con omnímoda conformidad este acontecimiento. (4) 2.* ad Cor, cap. 12, v. 10.
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