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291 lao, hijo del rey de la Judea, había venido al mundo, no habiendo cau- sado alegría su nacimiento, sino á sus interesados, pero no al pueblo, que veia en él á un nuevo tirano que sucedería al padre en la usurpa- cion y en las violencias. Entre tanto, siendo como éran sinceros y probos, y viniendo con fin recto á buscar al gran caudillo recien na- cido , preguntaron sencillamente á cuantos encontraron en “calles y posadas , dónde estaba este Rey de los Judíos: pues habian visto su estrella en el Oriente y venían á adorarlo , trayéndole presentes y re- galos: y estan grande el rumor que causan en la ciudad, que toda ella se conmueve , llegando esta conmocion y turbacion al palacio de Herodes, tan pronto como oyó la nueva (1). Fácilmente se infiere, por qué se turbaba esta ciudad y su Rey: pocos hay entre sus habitantes que ignoren que ha llegado el tiempo de la venida del Mesías segun la profecía de Daniel ; y al oir que unos extranjeros poderosos y sabios vienen preguntando por él, no hay sino alguno que otro que no se conturbe: judios carnales, desearían, por una parte, que se dejara ver ese gran Rey para sacudir el yugo del tirano idumeo que los gobierna: mas , como aquél ha de restituir el reinado de la justicia , y ellos la han abandonado, prefieren la do- minacion impía y licenciosa del pagano á la pacífica y santa del justo, y sólo con oir decir que ha nacido éste, se llenan de espanto: túrban- se aún más los sabios del pueblo , porque ejercen un imperio sobre las almas, que ni Dios ni la ley les conceden, y que temen perder cuando se presente entre ellos el Triunfador de Israel: más que to= dos se conturba Herodes, diciéndole su conciencia, que no es á su hijo 4 quien buscan los sabios de Oriente , porque el trono que posee, es una usurpacion del derecho que tiene la familia de David, una compra cuyo precio ha sido el sudor y la sangre de los pobres, y una tiranía que el pueblo soporta contra su voluntad , pero que odia de todo corazon, Sin embargo, Herodes oculta sus «temores entre ¡apariencias de calma, y áun entre signos de congratulacion, y despues de saber de la boca de los sabios de Jerusalen cuál era la ciudad donde había de nacer el ungido de Dios, llama 4 escondidas á los sabios de Oriente, y les dice que vayan á Bethlehem, y que le avisen tan pronto como hallen al Niño , para ir él tambien á adorarlo. Nada omite este monar- ca para captarse la benevolencia de estos sabios, pues toma interés en saber cuándo han visto la estrella , les da noticias de la: ciudad régia y él mismo les dice que vayan, y demuestra que desea tomar parte en su religiosa piedad. Entre tanto los Magos saliendo de Jerusalen (4) Matth. ,cap.2,v.1,2, 3. Y i , y al YE i 41 il 7

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