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286 millares de Jadá; tendría la honra de que saliese de ella el que sería dominador de Israel , siendo su salida además desde el principio, des- de los dias de la eternidad : porque este gran conquistador, no sólo sería hijo de David segun su humanidad , sino tambien Hijo del Altí- simo , del Eterno segun la divinidad (1). Sin embargo, aunque solidariamente cabria á la ciudad de David esta fortuna, la” gloria de dar ún palmo de tierra al Rey del cielo, para que fuese reclinado al nacer, fué exclusivamente reservada para una pobre y desmantelada choza. Porque así como quiso este Rey pa- cífico nacer “espiritualmente en los corazones de la nacion judáica , y ésta desechó su predicación, no creyé en sus milagras, y lo arrojó de su comunion, condenándolo á la maldicion de la ley : así al nacer corporalmente , vino traido por su madre en su virginal seno á su propia casa, 4 la ciudad de donde era nativo su padre David, y no queriéndolo admitir ninguno bajo la techumbre de su hogar, se refu- gió en un establo (2). Bien poca era por cierto la comodidad , que esto triste sitio podía proporcionar á la Madre de Dios : y mucho mé- nos podía esperar, que sus semejantes vinieran á hacerla compañía en una choza ruinosa , cuando no la habían admitido ensu propia ca- sa ; un pesebre, donde los bueyes solían tomar su alimento; heno y paja , telas de araña, algun animal manso y humilde , hé aquí cuanto utensilio y morador pudo encontrar en el pobre portal ; pero en cam= bio su espíritu gozaba de un bien infinito , con sólo contemplar lo que tenía delante de sus ojos y ofa con sus oidos. Era este paraje el primer templo, donde el Hijo de Dios huma- nado recibía homenajes de adoracion, á que concurrieron simultánea- mente los cielos y la tierra; pues miéntras los espíritus soberanos cumplían con las órdenes que habían recibido del Eterno Padre , de adorar 4 su Hijo cuando entraba en la tierra á tomar posesion de su patrimonio (3), entran presurosos en el santo establo Jos pastores hu- mildes, á quienes bastó ver los pañales y el pesebre, para adorar al Niño recien nacido; y no se contentan estos hombres ya iluminados con los primeros fulgores, que ha derramado la fe cristiana, con creer ellos , sino que alli mismo se declaran los amigos y protectores de la santa familia + y prendados de verá una Señora tan llena de modestia y humildad, empiezan ácontar á porfia todo lo que han visto y oido (4). Quién afirma que no ha oido decir jamás en las sinagogas , que los ángeles se dejasen ver ántes con tantos resplandores : quién hace la (1) Mich., cap. 5, v. 2. (2) Joann., cap. 1, v. 11. (3) Hebr. cap. 5, v. 6. (4) Pastores, que viderunt, et preceperunt , angelo nuntiante , Ma- rie promebant. (S. Thom. in cap. 2, Luc.)

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