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282 ¿. 1. , Amistad de los ángeles y los hombres. El gozo que tuvo la Virgen María , cuando vió que sin lesion de su integridad virginal había dado 4 luz á su amado Hijo, fué de tal naturaleza , que no puede comprenderse sino por los moradores del cielo, pues quizás vió el misterio de la Encarnacion en aquellos mo- mentos, como lo ven los bienaventurados (1). Muchos eran los moti- vos que tenia para rebosar en torrentes de alegría celestial: pero se reducían todos 4 dos, siendo el primero , el haber concebido siendo Virgen, y dado á luz siendo tambien Virgen, y el quedar siempre Virgen, uniendo el honor de la virginidad á' la alegría de la más fe- cunda maternidad , y siendo madre sin haber conocido las penas de la gravidez , los desmayos de la debilidad , y los dolores del parto. Era el segundo , el ver ya santificada la tierra con el cuerpecito que Dios había formado dentro de sus entrañas, el cual era carne de su carne, hueso de sus huesos, y sangre de su sangre: y como este cuerpo no ha existido un solo momento , sin ser animado porel alma criada de la nada , y á esta alma y á este cuerpo se ha-unido el Hijo de Dios, en el mismo instante en que ha sido criada el alma y formado el cuer- po, comprende María que ha engendrado á Dios, concebido 4 Dios, y dado á luz á Dios: pues ni un segundo ha existido en su seno la naturaleza humana de su Hijo, sin que subsistiese con la personali- dad divina. ¿Quién podrá , pues, explicar el gozo, la sorpresa, el respeto, la humildad y la reverencia con que se postra la Virgen Madre ante el Niño recien nacido ? Vacilaba María en su corazon cómo llamaría á su Niño y cómo lo trataría. ¿Cómo te he de llamar, decía la hija de David, al inclinarse para tomarlo? ¿Te llamaré mortal? Nó, pues te he concebido por obra del cielo. ¿Te llamaré Dios? ¡Ah! veo: que tienes un cuerpo humano. ¿Vendré á tí con incienso como á Dios, húmillando mi fren- te hasta la tierra, 0 te ofreceré la leche de mis pechos con el cariño de una madre (2)? Y uniendo la ternura del corazon materno á los más reverenciales obsequios de humilde santidad , tomó al hermoso infante, lo llevó á su seno, lo cubrió con su manto; lo. selló con mil ósculos , lo llamó su Hijo, su vida, su gloria, y su amor, su Dios, su Criador, su Redentor y su todo: y amamantándolo con su virginal AL Forte in ipso conceptu vel partu illidatum estad horam, ut vid oo AO hujusmodi , ut in patria. (S. Antonin. 4., 4.15, ca- pítulo 47. (2) S, Basil. Magn., Homil. de Nativ. Domini.
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