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274 las escenas que tienen por teatro el corazon humano, y por testigo al que todo lo ve, por muy escondido que se halle en los más oscuros repliegues del alma. Fué una tempestad , en la cual al mismo tiempo se veían envueltas en horrendas olas dos barquichuelas, las. cuales eran arrastradas por la fuerza impetuosa de un mismo vendaval , sin que la una viese los azares de la otra, ni osase dirigir á su compañe- ra una sola palabra, para que cesase el furor de los vientos y entra= sen ambas en calma. Pero en esa escena se manifiesta la admirable economía de Dios para con las almas perfectas , que están asidas á la áneora de la fe , y con ella no temen entrar, cuando el Señor lo dis- pone, en el mar proceloso de las tempestades de la vida , combatien- do en silencio contra el furor de los enemigos , y esperando del cielo el momento , que infaliblemente saben que ha de llegar , en que so- brevenga la serenidad y reine la bonanza. Ora se hubiese quedado en Nazareth el patriarca San José, mién- tras su esposa la Virgen iba á visitar á su prima Santa Isabel, lo que no es probable : ora la hubiese acompañado á casa de Zacarías, y bien que por efecto de las costumbres austeras del pueblo hebreo, no hubiese estado presente, como no lo estuvo sín duda alguna , cuando la madredel Bautista publicó, inspirada por el Espíritu Santo, la gravi- dez de María, ó pór cualquier otro motivo que fuese , es indudable, que este justo estaba ignorante del gran acontecimiento que había ocurrido en su propia casa : y cierto por una parte del voto de virgi- nidad de su esposa, y seguro por otra , de que lo había observado con más fidelidad que pudieran hacerlo los espíritus soberanos, no podía yenir á su mente la idea de que su esposa estuviera en estado de gravidez. Entre tanto, Dios, que había manifestado su poder en la concepcion milagrosa de su Hijo , había decretado , que en su ge= neracion tuviese las apariencias de los demas hombres, pasando mue- ve meses en el vientre materno, y apareciendo éste progresivamente con mayores signos de cierto é infalible alumbramiento, á medida que iban sucediéndose los dias , y llegaba el del parto. Pasados como unos tres meses en compañía de su prima, la Virgen María volvió á su doméstico hogar, donde de nuevo se internó su alma virginal en la contemplación de las misericordias divinas, siendo al mismo tiempo tan afable, dulce y obsequiosa para con su esposo como siempre. Cada dia que pasaba por ella, iba creciendo en María el gozo, al ver que se iba ácercando el momento suspiradó por tantas generaciones: alegrábanse los cielos y la tierra , regocijábanse los ángeles , bendecían á Dios los justos , y apénas había un sér, que no tomase parte en el himno de gratitud, cantado al Rey que veníaá santificar la tierra. Sólo había uno, que se iba entregando paulatina- mente á la melancolía , y dándoseá la tristeza, y entrando en un -caos de incertidumbre, perplejidad , amargura y pena., que iba sien-

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