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272 causa de perdicion-á si mismas y á otros. No son ménos dignos de ad. mirarse los motivos que tuvo María para salir de su retiro doméstico: pues no la movió el deseo de saber si era cierto lo que el ángel la di- jera sobre la gravidez de su prima: ni la curiosidad de verá una an- clana llena de años y de canas con los honores de la maternidad: ni mucho ménos el estímulo de la vanagloria para contar á su allegada los favores que ella misma recibiera poco ántes del cielo. Era la cari- dad quien la sacara del retiro , y quien la llevaba en sus alas á casa de su pariente para prodigarla sus cuidados : era su Hijo quien la con- ducía, para producir por la presencia de su Madre una muchedum- bre de portentos , santificando á San Juan y acelerándole el uso de la razon, dando á la madre anciana el espíritu de profecía, é infun- diendo tanta sabiduría en la suya propia, que pudiese compendiar en breves palabras la historia del tiempo y de la eternidad. En efecto , fueron magníficos los encomios con que Santa Isabel recibió á su prima María, mas ella los oyó con modestia, y en medio de tanta gloria no reservó para sí sino la humildad. Pero ¿qué sublimi- dad de palabras la dió su Hijo en aquellos momentos? Vióse al punto que María no sólo era hija de David , sino que lo superaba : pues en- tonó un cántico en que deseribe la grandeza de Dios y la pequeñez del hombre; las miserivordias eternas y las miserias humanas, las prome- sas de la redencion y su cumplimiento, la destrucción de los soberbios y la exaltacion de los humildes , el cumplimiento de la redencion y sus magníficos resulados, las riquezas y hartura de los que tuyieran ham- bre, y el despojo y la inedia de los ricos, las glorias y triunfos de su Hijo, y por fin las bendiciones que ¿aerían sobre ella, miéntras hu—= biese habitantes en la tierra. ¡Qué extension de vista! ¡Qué vuelo tan rápido del cielo á la tierra, de la tierra á los abismos, de lo presente ú- lo pasado, y del tiempo á la eternidad! Mi alma engrandece al Se- hor , contesta la Virgen, y mi espíritu se regocijó en Dios que es mi salvador ; como si dijera: Oh Isabel, tú alabas á la Madre de Dios , y yo no cesaré de bendecirlo, porque es mi Señor: tú dices que á mi voz se ha alegrado tu.criatura en tu- vientre, y mi espíritu se alegró en Dios mi salvador. Porque miró la bajeza de su esclava, y hé aqui desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones. Porque mé ha he- cho cosas grandes el Todopoderoso : y su nombre es Santo: y sus misericordias de generacion en generacion sobre los que le temen. Os- tentó la fuerza de su brazo: esparció á los soberbios del pensamiento de su corazon: destronó á los poderosos y ensalzó á los humildes: hinchió de bienes á los hambrientos, y dejó vacios á los ricos : recibió á Israel su siervo , acordándose de su misericordia ; así como habló á nuestros padres, á Abrahan y á su descendencia para siempre (1). (1) Luc., cap. 1, v. 46, 53.

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