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267 do terrenal, ni el mismo cielo hermosisimo podrá. darme algun pro- vecho, si no me veo -adornada de los resplandores de la pureza. Un solo. reino es mi deleite ,, la dignidad de la pudicicia:: un solo ornato quiero para mi frente, la diadema de la virginidad: una sola riqueza quiero, y son.los tesoros de la pureza : un solo cielo. es el. que deseo, y es mi alma resplandeciente con los rayos de la virtud. Los resplan— dores de la pureza, son la nobleza á que aspiro : esta elevación es lo que deseo: por esta hermosura suspiro. Pero, si tú, oh ángel del Se- ñor, me dijeses que he de subir 4 los cielos , ó me prometieses bendi= ciones mayores que las que-da el órden natural de las cosas, no apar- tarias mi 4nimo de donde está , pues me he ofrecido en doc á Dios. Mi alma no sabe mudarse : son inconcusos los cimientos de cas- tidad que he echado, y. por los. siglos.de- los. siglos seré. siempre Virgen». (1). Todo esto significaban las pocas palabras que la. Virgen dijo al án- gel: por.lo que, cumpliendo este con los mandatos divinos , explicó. el modo de ese gran portento ; diciendo 4 María lo que sólo ella ha po- dido. oir. entre todas las criaturas. Pero no es justo. que dejemos de echar una mirada en la conducta de la Virgen con el ángel , ántes de oir.el último razonamiento de éste: porque brillan dos conceptos en la conversacion de la Virgen como dos luceros en el firmamento : cuan- do, el ángel la habla de excelencias, María le contesta concentrándose en la humildad : cuando la anuncia que va á ser madre, ella se cubre con el.escudo de la virginidad. Viendo esto el ángel, lleno: de admira- cion, de respeto, y reverencia, y extático en presencia. de tanta virtud, explicó á la Virgen el gran misterio de su maternidad unida 4. la vir= ginidad, diciéndola: el Espíritu Santo vendrá sobre tí, y la virtud del Altisimo te hará. sombra... Y por eso, lo.que nacerá de tí, que es el Santo por esencia , será llamado Hijo de Dios. Y hé aquí tu parienta Isabel, tambien ella ha concebido un hijo.en.su vejez : y está ya en el sexto. mes , ella á quien llaman la estéril, porque no hay cosa imposi- ble para Dios (2). Con estas palabras tan inefables concluyó el ángel su embajada. Era él. uno de los primeros ministros del Altísimo , yes bien de creer- se, que el arcángel, que venía.á pedir á,una Virgen de parte de Dios, que voluntariamente consintiese .en ser Madre suya (3), no . vendría sólo, sino que le acompañarian. miles y miles de espíritus , formando coros armoniosos, desde el tronv. del, Hijo de Dios hasta..la humilde casa de Nazareth. ¡Ah! ¿Cómo había de representarse en el paraiso (1) Jacob. Monach.. serm. de Annunt., núm. XIV. (2) Luc. cap. 1, v. 37. . (3) Noluit carnem sumere ex ipsa, non dante ipsa. (Div. Augustin, serm. de Nativ.)

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