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263 El Verbo eterno, dice un santo escritor , llama á uno de los mi- nistros mayores de su imperio y le dirige estas palabras: «Vé , minis— tro de mi voluntad ; vé y anuncia mi bajada'á la tierra, como'lo ha decretado mi Padre: vé y di que el Espirita Santo descenderá sobre los hombres: anuncia los beneficios que hemos determinado hacerles. Yo junto con mi Padre y el Espíritu Santo hice esta inmensa mole del mundo: yo dí á cada uno de los séres las excelencias que tienen: hice al hombre dueño del mundo inferior, y lo adorné de gracia para que me amase y fuese feliz: pero un tirano lo echó de su reino, y lo arrojó del principado. Mas yo decreté restituirlo ásu dignidad, y exige ya mi amor que tenga cumplimiento lo anunciado por los Pro= fetas. Tengo decretado que los hombres sean vuestros compañeros en la gloria; porque es justo que sea uno mismo el himno que me canten los ángeles y los hombres. >Vé por tanto á cumplir tu embajada entre ellos , porque ellos tié= nen en su seno á la que se necesita para que se cumpla este misterio: yo la he preparado de antemano , para que sea mi habitacion purísi- ma , mi hospicio inmaculado, el tesoro más precioso que todas las criaturas. Busca, oh Gabriel, 4 la que he elegido ántes que todas las generaciones , pues la predestiné desde la eternidad para esto. Esto es lo que han predicado á grandes voces los Profetas: el linaje humano espera que por ella ha de volver á su antiguo principado. Yo tengo en ella mi gloria, me deleíto en su pureza : es justo que yo habite en ella y la haga mi madre, y la dé un honor que vuestra naturaleza no tiene. Marcha pues, y sé el ministro de esta obra admirable : acércate á la que es mi tálamo, la paloma inmune de toda malicia, la cordera racional, el arca de mi santificacion: mira su hermosura , incom- prensible 4 vuestro entendimiento; quedarás admirado de su inocencia incomparable, de su pureza inefable; te asombrará ese portento de virtud, mayor que cuanto puedas pensar; vé por tanto, y anúnciale mi inmediato descenso á hacerme su Hijo (1).» Así habló Dios á su ministro, obedeciendo éste en el acto sus man- datos: y, cuando la naturaleza se hallaba entregada al reposo noc- turno, cuando la tierra estaba cubierta con el manto de las tinieblas, el arcángel atravesaba con vuelo rápido los espacios, la region de los fuegos, de los vientos y la atmósfera, y llegaba 4 Nazaret. Dormía el castísimo esposo entregado al sueño dulce y apacible del justo , que siempre cree que reposa entre los brazos del Señor y junto 4 sus án- geles: María estaba en su humilde retrete, ocupada todavía en sus meditaciones de costumbre, pensando en las misericordias que el Señor iba 4 derramar sobre los hombres, bajando de lo alto del cielo (1) Jacob. Monach. , serm. in Deip. Annunt., n.* Y. 1] Ak ME 1% y 1 4 )) $ 4 .] , do ML EEN A hi ADA pi qe

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