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260 labra de desposorio y santa union , oyendo las bendiciones, que so- bre sus cabezas deramaba la religion santa , augurando á José que fuese su, esposa como la vid lozana y abundante que cubre los ángu- los de la casa: 4 su esposa, que. sus hijos. fueran como los renuevos delos olivos, sentados al rededor de su mesa : 4 ambos que los ben- dijese el Señor desde Sion, que viesen los bienes de Jerusalen á los hijos de sus hijos , y la. paz sobre, Israel (1). Jamás se. dijeron sobre los esposos estas palabras con ménos probabilidad de verlas cumpli- das en el orden de la naturaleza , y jamás se vieron más admirable- mente cumplidas para la esposa en un órden nuevo y portentoso para la naturaleza , y para la esposa y el esposo en el órden de la gracia, Llenos por tantu de una alegría celestial, y cumplidas:todas las santas costumbres del pueblo de Dios, salían. pocos dias despues de Jerusalen los nuevos esposos : y yendo la Vírgen en humilde cabalga- dura, siguiéndola 4 pié sn casto esposo, y volando junto á las, almas virginales legiones angélicas, que los miraban con veneracion. entra- ron al cabo de un corto viaje en la humilde ciudad de Nazareth ,. para vivir en ella. ¡Ah! ¿Quién no alaba al Señor, que da palmas y triun- fos 4 las almas sumisas al precepto de los superiores? La Virgen Ma- ría había hecho voto de perpetua virginidad ,á lo que la ley di- vina no se oponía ; pero-los. intérpretes legítimos de esta misma. ley e >» seph cum María communem virginitatem. Pero , sobre esta materia he- mos visto consignada una tradicion tan antigua como el cristianismo en un sermon del Bienaventurado Joan Geónietra, quien comenta las pa- labras con que la Virgen inquirió dél ángel el cómo de lo quele anun- ciaba sobre ser madre, y dice así, poniendo en los labios mismos de la Vírgen estas pares, «Yo sé que no puedo unirme á varon, porque es- toy consagrada á Dios con voto de religion; nunca he tenido semejante deseo, niconozco lo que es la concupiscencia de-la carne: conozco á José como á esposo . pero nó como á marido: no se le ha concedido al darme su mano, que toque á quien nadie puede tocar, ni que coja fru- ta del huerto cerrado, vi que quite los sellos al libro que siempre ha de estar cerrado.» (Serm. de Annuntiat. Deipar, n.? XV.) Todo esto pone este Santo en los labios de la Vírgen, al hablar con el ángel: pero luego añade dos cosas muy notables; primera, que esas palabras de la Virgen corroboran la tradicion de los Padres que han en- señado que esa Señora , no sólo no pensó jamás más que. en conservar- se siempre Virgen, sino que además no sintió jamás estímulo alguno de la concapiscencia, lo que prueba su inmunidad de*la culpa original y su confirmacion en la gracia. Segunda, dice el mismo autor , que se en- cuentra una perfecta conformidad entre la tradicion de los Padres y lo que se lee en algunos escritos de los primeros tiempos, tenidos por apó- crifos , respecto de San José , en los cuales se afirma que este Santo Pa- triarca fué elegido, para que siendo esposo de la Virgen, tuviese la cus- todia y guardia de la virginidad de su Esposa , pero nó para que viviose con ella como marido. (Id. ibid.) (4) Salm. 127, todo.
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