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254 meditacion de las misericordias del Señor para con los hombres: pues áun cuando dormía en su humilde lecho, su corazon tenía presente la imágen de la bondad divina , manifestada de mil maneras á los Pa- triarcas, y que debía descubrirse plenamente cuando viniese á instruir á los hombres el mismo Hijo de Dios. Fué tan claro el conocimiento que adquirió de las profecías y promesas divinas , que las entendía me- jor que los mismos que Jas escribieron (1), dando el Espíritu Santo á la que había de ser la Madre de la Iglesia, más ciencia é inteligencin que á todos. los Apústoles y teólogos, que ha habido, ni habrá en ella (2). Dos cosas entre tanto brillan en la vida de la Vírgen María en el templo: primero, la bondad y el amor, con que el Señor se comu- nica á las almas que huyen del bullicio del mundo, y buscan la sole- dad, en donde Dios habla al corazon (3), habiendo querido darnos en María la muestra de su cariño con estas almas en el grado más ad- mirable; pues no sólo la enseñaba él mismo con la interna uncion de su espíritu, sino que la enviaba sus ángeles , y en especial el arcán— gel Gabriel, para que se entretuviesen con una familiaridad verdade- ramente divina con la Virgen inmaculada (4), lo mismo que despues ha hecho mil veces el Señor con las Cecilias , las Teresas de Jesus , y las Catalinas : segundo, adviértese desde luego una correspondencia admirable á estas finezas del cielo por parte de María, y en ella qui- so Dios dejar un modelo á todas las almas, y muy en especial al sacer- docio y á las esposas de Jesucristo, que le consagran su virginidad en el retiro del claustro. Porque, si aquellos no hacen oracion cada día, ni se dedican á leer á menudo las santas Escrituras y los escritos de los santos doctores, ni se salvarán á sí mismos, ni á los otros 4 quie— nes tienen obligacion de enseñar con palabras y ejemplos : pues para llenar estos cargos dignamente , son necesarios los dones de la inteli- gencia y de la piedad , que sólo se obtienen en la oracion, y el retiro, y en el estudio hecho con este fin. Hasta las vírgenes mismas, si des- pues de haber renunciado al mundo y á sus pompas , no imitan á la Reina de las vírgenes en la oracion, en el silencio y en las demas vir- tudes, nunca llegarán 4 obtener la devocion interna, pudiéndoles acaecer que teniendo la lámpara del honor de esposas del Cordero, és- (4) Ipsa melius Bibliam sacram sciebat, quam Prophete. (S, Vincen- tius Ferrer., serm. de Nativ. Virgin.) (2) Didicit Maria super omnes Theologos et Apostolos divina myste- ria, uti futura Ecclesise magistra. (S. August. , cap. 9, de templo.) (3) Os. cap. 2, v. 14. (4) Deinde per angelos, et preecipue per Gabrielem Archangelum di- dicit Maria. (S. Bonay. , Medit. Vit. Christ. , cap. 3.)
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