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249 á la. que nos diste para romper las cadenas de nuestra esterilidad , y para que destruya la esterilidad de laley, así como nos has librado á nosotros de la dura y larga afrenta, que hemos padecido ; recibe á la-que dispone para bien todas nuestras cosas , á la que tú has elegido predestinado y santificado. Ahí tienes, Señor, la que viene atraida por. el suave olor de tu gracia, á quien has elegido como azucena de entre espinas dé nosotros indiguos. Te la ofrecemos con corazon ale- gre, esperando que la estrecharás entre tus brazos, y te suplicamos que aceptes el don, y nos conserves á nosotros en tu gracia y amor.» No había visto el santo templo un espectáculo como este dentro de-sus muros, ni se habían oido jamás razonamientos de tanto con= suelo para los mortales. El sacerdote que recibió la oblacion, no pudo ménos de quedar como embargado, al ver á los dos ancianos llevando á su hija tan»hermosa, tan prudente, tan modesta y tan recatada en medio de una hermosura más que humana que resplandecía en ella. Y recibiendo á la niña, dirigió primero la palabra á sus padres, dicién- doles:>«Oh autores de nuestra salud , ni yo sé cómo os he de llamar: estoy pasmado al ver el fruto que traeis al templo: ella es la que con sus halagos ha de atraer á Dios, para que habite en su purísimo seno: ninguna hay ni habrá tan hermosa como ella. Vosotros por vuestros cuidados en educar esta niña habeis sido (y creo que no digo todo lo que mereceis) como los Querubines del arca, pues habeis cubierto el propiciatorio del Pontifice de todos, el Salvador. Vuestro gozo es el gozo de toda la tierra: vuestra gloria causa la alegría de todos. ¡Di- chosos vosotros, 4 quienes fué concedido ser padres de tal hija ! ¡Ben- ditos vosotros ,'que habeis traido este regalo al Señor! ¡Dichosos los pechos que la dieron de mamar! ¡ Dichoso el vientre , que la llevó! > Y bien venida seas tú , dijo 4 la niña: acércate , oh niña, que eres oficina de Dios: acércate al lugar sagrado, y santificalo ; pues no es el altar quien te limpia 4 tí , sino tú la que lo santificas á él : entra al atrio' del altár, tá que rompes las puertas de la muerte : sube á lo más recóndito del templo : sube , pues las hijas de Jerusalen están ena- moradas de tu hermosura. Siéntate , pues eres reina y debes ocupar tu trono; y puesto que tír misma eres un trono más noble que el que forman los: Querubines, es de justicia que ocupes un lugar sa- grado (1).>» E De este-modo fué presentada la Vírgen María en el templo, lle- nando de gozo al sacerdote que la recibió , y retirándose tambien lle- nos de gozo sús padres, por haber consagrado 4 Dios lo que él mismo les había dado. Pero es preciso pensar, que había otro espectáculo más. sublime que'este, y era la asistencia especial de Dios al acto, y (1) S. Germ. in Presentat. Virg. n.* VIE, IX, X. a Eje vi $ 10 E 1 $ vi t ve q e .3ñ E
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