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247 dándome el de tu Hijo y el tuyo. ¡Ah! Yo no quiero tener en la vila más riqueza que tu sola amistad, ni más gloria que tu amor, nimás' recreo que tu devocion, ni más consuelo que tu patrocinio, ni más ocupacion que-la contemplacion de tus virtudes , y cuan- do llegue la hora de mi muerte , haz, oh Madre amorosa , que mis labios pronuncien tu augusto nombre para dejar este mundo, y que resuene en el borde mi tumba y lo repita al poner el pié enel hori- zonte de la eternidad, para que al invocarle tenga la inefable alegría de encontrarme contigo, y tomándome tú por la mano , me. conduz- cas y me presentes á tu Hijo, y le. digas : Mé. aquí, Hijo mio , un ecador , á quien yo he salvado de caer en el infierno; perdona en él sus culpas y corona mi amor, y lus dones. Así sea. S.. IL Presentakfion de Maria ¡Santisima en el templo. -. Mandaba la ley de Moises, que toda mujer, que diese 4 luz, una niña , la presentase á los sesenta dias despues de «su parto al santo tempio , ofreciendo un sacrificio al Señor segun la posibilidad de cada una, lo que cumplió con toda exactitad Santa Ana, Mas no se salis- facía con esto su. celo y piedad , y como. tanto ella como. su esposo habían hecho. voto al Señor, que le. consagrarian el. fruto de bendi- cion que les diese en su ancianidad , apénas pasó el tiempo de la lac= tancia de la niña: María, que ordinariamente pasaba de dos años en aquella nacion , determinaron ir, como en otro tiempo Elcana y Ana, padres de Samuel, al sagrado templo, y ofrecer un cordero sin Man— cilla en. sacríficio eucaristico,. entregando en seguida su preciosa niña al sumo pontífice, para que-la consagrase al servicio del Señor, como una de las muchas doncellas que vivían en el retiro, y apren- dían las santas Escrituras , los cánticos sagrados y el arte de fabricar los preciosos cortinajes del santuario y los blancos cendales,. y los cordones y franjas de jacinto que servian para los Sacerdotes. y Le- vitas. Está entretejida de muchos misterios esta entrada de la Virgen en el templo, porque era esta niña la casa de Dios, el templo augusto que la sabiduría eterna había preparado para sí misma, y el lugar santísimo, donde sólo había. de penetrar: el sumo y elerno sacerdote: y al verla franquear sus sagradas puertas ; al contemplarla tan ador- nada , nocon el oro.como el templo material, sino con el fuego del Espíritu Santo , no se puede dejar de ver que hay aquí muchos arca- nos : y en efecto , San Juan Damasceno exclama y dice al examinar esta maravilla: «Guarde silencio el sapientísimo Salomon, y no diga que no hay nada nuevo debajo del sol. Cúmplese, añade el mismo,

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