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246 arrodillada , extática , llorando de júbilo, dando gracias al cielo. por tanta bondad , y saludando á esta niña , como ála restauradora de los males, á la puerta del cielo y térror de las «legiones infernales, que al mismo tiempo se precipitan llenas de espanto en el infierno, no padiendo soportar tan imponente majestad y grandeza de esta niña. ¡Ah! Sepámoslo para nuestro bien : «Si. alguno se cree envuelto entre los torbellinos de este tempestuoso piélago del mundo, por don- de camina, levante su vista á la estrella, que es María; si te acome- ten los vientos de las tentaciones, si vas 4 dar contra los escollos de las tribulaciones, si zozobrás entre las ondas: de la «soberbia, de la ambicion , de la detractacion 6 de la emulacion, mira á: la estrella, llama 4 María : si entre las hirvientes aguas dela ira , de la avaricia, 6 delos halagos del sentido, vieres que vaá naufragar la navecilla de tu alma, mira á la estrella, llama á María. Si te turba la fea muehe- dumbre de tus pecados, si te avergienza la hediondez de tu con- ciencia, si te espanta el horror del juicio, y empiezas á acercarte á la sima de la negra tristeza , y te quiere arrastrar la desesperacion al abismo, mira á la estrella, llama á María. En los peligros, en las an- gustias , llama 4 María ; nose aparte ese nombre de tu boca, no sal- ga jamás de tu corazon: y para que alcances la influencia de su po- der , no abandones los ejemplos de su vida. Si la siguieres, no erra— rás: si la ruegas, no te desesperarás: si piensas en ella, no te des- viarás : si ella te sostiene, no caerás: si te protege, no temerás: si te guía , no te cansarás, y llegarás 4 tu fn , experimentando En tí mismo con cuánta razon se dió á esta niña el nombre de María (4).» Sepámoslo , pues, lo dirémos de nuevo , y aprendamos : el nom- bre de María es la significacion dé sus 'obras y de:su virtud: nosotros tenemos el nombre de cristianos, y no significa quizás nada por nues- tra mala conducta, ó porque lo posponemos á otros ¡nombres vanos que el mundo ha inventado para deslumbrar-4 los incautos. Si segui- mos los ejemplos de Maria, su Hijo nos dará en el cielo un nombre inmortal, que nadie comprende sino quien lo recibe (2), pero que encierra la cualidad de hacer, que el que lo recibe , sea feliz con Dios para siempre. Oh dulcisima y amabilísima María , dueño de mis pensamientos, consuelo de mi corazon , alegría de mi alma, complemento de mis deseos , yo creo que tú has rogado á tu Hijo por mí, para que me perdonase, y que le has suplicado que me diese tu gracia , para salir del camino de perdicion que me llevaba al abismo , y tú me has dado estas y otras mil gracias , quitando de mi corazon el amor del siglo, (1 Div. Bernard. , serm, 3 sup. Missus est, (2) Apoc., cap. 2, v. 17.
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