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245 la juventud, corrobora. la mocedad, y sostiene la: vejez, abriendo con ambas manos su precioso manto y diciendo á losreyes, que pon- gan bajo de él sus:cetros y coronas y estarán salvos: 4 los pontílices, «que la entreguen sus ovejas, :y no las arrebatará el lobo: á los padres y madres, que acudan á ella.con sus hijos, y serán felices: á las vir- genes , queno se aparten de ella, para entrar en el florido tálamo de las azucenas: á.los sabios, que la tengan á ella siempre presente, para seriluminados: y á todos, que acudan á ella con amor y con fianza, pues es la Madre de cada uno. Todo esto.comprende aquella admirable armonía, que, áun en el órden. de las cosas mundanas, se ve establecida. costumbre es de los navegantes , cuando salen del puerto para ir por el vasto Océano, es- coger por señal de su rumbo: alguna estrella, que nunca pierden de vista , para llegar-con felicidad al puerto deseado. «Suele ser esta es- trella , dice San Ambrosio ,la más elevada de la bóveda celestial, de donde despide:sus falgores. Y del mismo modo, añade el. mismo, conviene que los que adoraná Cristo, navegando entre las ondas fu- riosas del mundo, miren á María, que ha sido colocada por Dios en lo. más elevado: de todo el: universo, y se encuentra cerca de Dios mismo. Y el que esto hiciere, no será derribado por el viento de la vanagloria, ni-despedazado por los: escollos de los enemigos, ni será absorbido por los remolinos. de- los deleites carnales, sino que llegará seguro al puerto del descanso (1). «Este es, dice San Buenaventura, el oficio de esta- estrella; yra se bogue en la nave de la inocencia, ora se navegue en la.barca de la penitencia , ella dirige á la ribera de la patria celestial á los.que-surcan las aguas procelosas de este mun- do.,Por lo que el papa+Inocercio 1HI,se pregunta á sí mismo , con qué auxilios se podrá: llegar á puerto feliz , caminando entre. tantos esco- llos? y responde:con dos auxilios, que son el leño y. la estrella, es decir, por la fe de la cruz, y porla virtud de la laz, que nos mues- tra María que'es la: estrella del mar (2). » Así, cuandooimos que á la preciosa hija de Joaquín y Ana se la ha dado el nombre de María, arrodillémonos en espíritu ante su cuna, y contemplémosla, teniendo sobre sus blancas sienes lacorona de;em- peratriz., en sus manos el cetro, á sus pies la. luna sirviéndola de escabel, en sus hombros -el sol: cubriéndola como manto imperial, al rededor de su cabeza las estrellas formándola una aureola, en de- rredor de ella los coros de los Angeles, sobre ella la augusta Trini- dad, á4 quien modulan un cántico nuevo los Serafines por haber cria- do un sér tan nuevo y admirable, y enfrente, 4 toda la humanidad (1) Libr. de Laudib. Virgin. (2) In Speculo, cap. 3. ES A 4 o ]
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