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rra la serie de los Patriarcas; y este se los dé á su hija , para qne los reciba de ésta el que, siendo Hijo de Dios ,se hará en su casto seno hijo de David, hijo de Abrahan. Admirables son por cierto los caminos de Dios. ¿Quién hubiera creido, que el venerable anciano que vivía en la soledad del desierto, y lloraba en silencio los improperios que había sufrido, porque aún no había dado un vástago á la humillada descendencia de David; y que la virtuosa consorte , que en el desamparo de su hogar doméstico imitaba la vida santa de su esposo, estuvieran representados en Abrahan y en Sara, 'en los padres de Sanson, y en los progenitores de Samuel? ¿Quién , al verlos pobres, abyectos y vilipendiados , podía imaginarse, que aquellos dos séres tenían en una mano las glorias y grandezas de cuarenta siglos que se habían sucedido para que los he- redasen, y en la otra las grandezas y glorias de cuantas generaciones vendrían hasta el fin del mundo? Estos son sin embargo los caminos ocultos de Dios; y en su contemplacion hemos de aprender á imitará los santos, que no se.quejaban en las adversidades, de que Dios no los tratase como padre, sino que adoraban sus incomprensibles juicios. Dios mortifica y vivifica, y levanta al menesteroso de entre el polvo, para que se siente con los príncipes, y tenga un solio de gloria (1). Y lo hace así, para enseñarnos á vivir siempre resignados á lo que Dios disponga de nosotros segun su beneplácito, pues lo que los hom- bres reputan por humillacion, es quizá la preparacion de nuestra perpetua felicidad. Véase lo que sucedió á San Joaquin y Santa Ana : habían pasado toda su yida en santo enlace , sin que el Señor les concediera tener un hijo 4 quien dejar su nombre y sus riquezas. Vivian conformes con la voluntad de Dios , bendiciéndolo en la adversidad : mas , hé aquí que habiendo subido al templo á llevar al Señor sus ricos dones, fueron rechazados y vituperados por algunos sacerdotes , diciéndoles, que Dios no queria obsequios de los que no habian dado un vástago á Israel. Retiráronse- tristes y llorosos por el insulto, y de comun acuerdo se fueron á- orar por espacio de cuarenta dias, Joaquin al monte, y Ana á su huerto doméstico : donde cada uno hizo presentes á Dios los favores que había hecho á Sara , 4 Rebeca, á Ana madre de Samuel , pidiéndole que les quitase el oprobio de la esterilidad, 6 infecundidad. Al concluirse los dias de oracion, el ángel del Señor les dijo que tendrían una niña, y que seria precisamente aquélla, que sería la habitacion de Dios entre los hombres (2). Todo este tiempo que Dios empleó para. preparar los momentos Reg.. cap. 2, v.6,7,8. s. Constantinop., serm. in Presentat. Deipar.
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