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219 moso de los hijos de los hombres, y su Madre es en el órden de la naturaleza la más hermosa de las mujeres, (1). No tema nadie fijar sus miradas en esta Virgen sacratisima, cu- ya vida vamos á referir; porque es tanta la gracia espiritual que tie- ne, que no sólo la hace ser siempre Virgen, sino que hace puros y castos á los que la miran, como afirma San Ambrosio (2). «Nadie | ha mirado , dice Santo Tomás, que no haya sentido abrasársele el corazon en amor de la pureza (5);» nadie ha estudiado su vida, que no haya conseguido la verdadera sabiduria ; nadie ha buscado á esta Virgen, que no haya encontrado la vida eterna, la salvacion. Y no tememos afirmar, que nadie se condena, con tal que llegue á tener en su corazon algun afecto hacia esa Virgen sagrada ; pues por pecador que sea, con tal que ame á la Virgen, algun momento ha de llegar, momento arreglado y circunstanciado por la mediacion de la misma, para que el pecador abra sus ojos , entre dentro de sí mismo, levante sus miradas a! cielo, se arrepienta de sus culpas, y alcance perdon y misericordia. Esta es la doctrina de los Padres y la fe de la Iglesia católica, todo lo que compendia el precioso soliloquio , que insertamos para eoncluir esta materia, tomándolo de la fuente purísima de la tradicion (4). Dice así : «¡Oh, qué luz nos ha resplandecido, oh Virgen sagrada! ¡Oh, qué gozo nos ha sobrevenido! ¡Oh, qué tesoro ha sido puesto en nues- tros armarios ! ¿Con qué te pagaré este favor que me has hecho, oh Virgen? ¿Qué alabanza será digna de ti, que conduces nuestras es- peranzas á buen fin, nos das beneficios inefables , y con tu mediación nos alcanzas dones, que apénas podemos comprender? Tú eres la revelacion de los misterios escondidos , tú el complemento de los bie- nes que esperábamos; no hay entendimiento que pueda: abarcar lo que tú eres, porque eres el espectáculo que vemos y no comprende- mos, la novedad sorprendente, cuya noticia no tiene igual, y la narracion peregrina celebrada de todas las lenguas. Tú llevas vestido de cuerpo, al que con solo querer lleva el mundo; tú eres cielo, más ancho que los cielos; tú trono querúbico, mas esplendente que el que forman los serafines ; tú trono mas refulgente que el fuego; tú el alcázar del Rey; tú el tabernáculo de lios; tú templo glorificado, 4). . B. Dionys, Cart., lib. 1, de Laud. Virg. 2) De Institut. Virgin., cap. 7. 3) In 3. dist, 3. q. 2. a. 2. 4) El monje Jacobo, de la Iglesia griega , en el Sermon sobre la Vi- sitacion de la Virgen á Santa Isabel, pone este discurso en los labios de Zacarías, dando por supuesto, que aquélla estuvo en su casa hasta que nació el Bautista.
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