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217 Sucédenos al querer describir la hermosura corporal de la Vir- gen, lo que acontecía á los Querubines que miraban la gloria de Dios , los cuales se cubrian el rostro con sus alas de puro respeto 4 la majestad divina (1). Al querer describir la belleza de.aquel cuer- po, que tenia que ser el santuario divino, se retrae la mente, por- que nada encuentra en la tierra, con que pueda delinear lo que el mortal no puede ver, porque está en el cielo. Los rostros humanos son el espejo del alma, porque en ellos sensibiliza sus afecciones , y áun alguna vez sus pensamientos. Pero en el rostro de la Virgen de- bian reflejar ciertas afecciones, que más pueden llamarse divinas que humanas, las cuales la daban tambien una hermosura divina. ¿Quién delineará las bellezas de su frente, la pulcritud de sus ojos, la gracia de sus labios, la hermosura de sus mejillas ? Oh frente, des- tinada á encerrar los secretos mayores de la Divinidad : ojos formados para estar mirando de hito en hitoá Dios humanado : labios, que se emplearon en dar mil ósculos de amor al Dios que llora en su niñez : mejillas en donde el infante tierno ponía sus manos, aquellas manos que fabricaron los cielos. ¿Quién es capaz de describir la hermosura que teneis, cuando por una parte se pintaban en vosotros la inocencia, el candor, la gracia, la alegria, la bondad, la mansedumbre, la dulzura, la suavidad , la humildad y la:caridad de la Virgen, y por otra os bañaba con sus rayos el Rey, que despide resplandores indefi= cientes? Esta hermosura no pueden pintarla los hombres, ni tampoco los ángeles. Asi, los Santos Padres no han hecho más que sombrearla lige- ramente, no creyéndose ninguno capaz de describirla con acierto, Hay quien la llama belleza £uma , estatua esculpida y decorada por Dios, imágen del Arquetipo divino (2). Otro afirma que la mente humana no puede llegar á imaginar en la naturaleza racional , una belleza co- mo la de la Virgen (3). «Tú, ¡oh Virgen! la dice San Agustin, vences á todas las mujeres en la hermosura del cuerpo , y á todos los ángeles en: la excelencia. de tu pureza; y si te llamásemos retrato de Dios, sería porque eres digna de ello» (4). «Oh Virgen, exclama San Andrés de Creta, oh Virgen más pura que el oro, oh tierra virgi- nal, de la cual salió el segundo Adan , más hermoso por-cierto que el primero : has sobrepujado al cielo y su naturaleza; tu-cuerpo:es el santuario, en que se hizo la reconciliacion, y se efectuó la consuma- cion de nuestra salud eterna : tú eres aquella hermosa en grado su- Isai., cap. 6, v. 2. S. Andr, Cret. or de Dormit. Virg. S. Antonin. , 4. p., t. 15, cap. 10. Serm. de Assumpt. rs de 07 19 a?
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