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209 pues todas las hijas del género humano tienen un periodo de virgini— dad , y todas pueden pasar por el de la maternidad. Pero ninguna puede poseer al mismo tiempo esas dos prerogativas, por excluirse mútuamente la una á la otra: la que es virgen no puede ser madre: la que es madre no puede ser virgen. Mas la Virgen que ha de en- gendrar al Hijo de Dios, ha de conservar su virginidad incorrupta. teniendo la más noble y la más ámplia fecundidad. ¿Qué resulta pues de- todo esto? Que la Vírgen va sublimándose relativamente sobre todos los séres criados , siendo elevada sobre unos, en cosas á las que su naturaleza no les puede conducir, como son los . ángeles, espirituales é incorpóreos: y sobre otros, en prerogativas que tampoco les concede su naturaleza, ó en oficios de que se les ex- cluye por naturaleza, como sucede con los varones respecto de la ma- ternidad, y con relacion á la generacion temporal del Hijo de Dios. Pero entre tanto, no se advierte en todo esto una prerogativa por la cual la Virgen se eleve absolutamente sobre todas las criaturas racio- nales, por convenirle aquélla á todas'con igualdad perfecta. La ma-— ternidad y la virginidad la elevan absolutamente sobre todas las muje- res, en el concepto de que ninguna ha tenido ni tendrá esas dos ex- celencias en grado alguno al mismo tiempo. El modo de haber en- gendrado la Virgen á su Hijo, y el de haberlo dado 4-luz, la elevan tambien sobre todas las madres, pero es en lo relativo: pues todas engendran hijos, pero nó como la Virgen; todas los paren, pero nó como la Vírgen: todas tienen hijos, pero ninguno es lo que es el de la Vírgen. En resúmen: los ángeles, porque no han podido dar á Dios la naturaleza humana ; los hombres, porque Dios no quiso que con- curriesen á la generacion temporal de, su Hijo; y las mujeres, por- que no puede ninguna ser virgen y madre á la vez, todos se quedan á una distancia inmensa de la Vírgen. Pero á pesar de eso, nó todos distan de ella por el mismo motivo , puesto que milita para cada uno una razon peculiar, para que nadie, sino la misma Virgen , pueda tomar parte en la ejecucion de la obra: el ángel dista por ley de na- turaleza; el hombre por ley de congruencia, pues eran todos los hombres pecadores , y no convenía que entrasen á tomar parte en la obra más santa que ha habido, ni habrá; y las mujeres por muchas hombres de aquel error, y los librase del poa ros ni tuno siquiera se encontraba: porque todos estaban heridos y postrados por tierra , en- venenados por la serpiente. Pero he aquí, que despues de muchas gene- raciones se dejó ver aquel encanto subre la naturaleza, aquella Purísi- ma, cuya virtud cubrió los cielos como dijo el profeta Habacuch (cap. 3, v. 3), y entónces Dios hace los grandes portentos por medio de esta Vír- gen, y saca á los cautivos de manos del tirano. (Div. Isidor. Thessalo- nic., Serm. de Annuntiation, , núm. 8: 14

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