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208 milia, de la cual nacería Aquél , que tendría un imperio más durade- ro que el sol y la luna (1). La generacion temporal del Mesías era un misterio escondido, misterio que Dios había revelado 4 Abrahan y quizás á otros santos Patriarcas: pero éstos no lo habían descubierto á nadie. ¿Nacería este gran personaje como los demas hombres? ¿Sería concebido y engendrado como los otros hijos de Adan? ¿Tendría un padre toma- do del linaje humano? ¿Sería su madre como las otras mujeres? Todo esto estaba oculto , cuando Dios habló á David. Pero no tardó mucho en empezar á verse la luz del gran misterio : un Profeta habla de par- te de Dios á uno de los reyes descendientes del mismo David , y le manifiesta que la mitad del género humano está excluida del honor de concurrir á la generacion del Mesías. Ha de ser una Virgen, dice, la que ha de concebir y parir al Emanuel, asegurando al rey, que éste será el portento mayor que han visto los siglos (2). Podría qui- zás alguno dudar de ese portento , por el cual se afirmaba, que una Vírgen concebiría ella sola, sin concurso de varon: mas para que se supiese que así había de suceder, poco tiempo despues vino otro Pro- feta , el cual dijo que el Señor había criado una cosa nueva sobre la tierra: y era que una hembra rodeará al varon. Aún podría decirse, que no obstante esa maravilla de engendrar sin cooperacion mascu'i- na, podría esa Virgen ser como las otras mujeres : pero he ahí, que otro Profeta viene más tarde , publicando su virginidad ántes del par- to, en el parto y despues del parto, diciendo que era su vientre virgi- nal aquella puerta, que no se habia de abrir jamás y sin que hombre alguno pasase por ella (5). Para ver cómo es elevada la Virgen de Isaías y la mujer virginal de Jeremías sobre todo el linaje humano por sa malernidad, en pri- mer lugar hay que ponerla en relacion con todos los varones, y nos verémos precisados á separarlos á todos por no ser objeto de compa- racion, atendido que no les concede la naturaleza más que la pater— nidad , pero no la maternidad. Además, Dios tenia decretado nacer en la naturaleza humana, pero evitando el inconveniente de ser en- gendrado como los demas hombres. Quedan por tanto todas las muje- res sinla opcion á poder ser elegidas por Dios para tan sublime dig- nidad , contrayéndose la eleccion á una sola estirpe, que es la de David (4). Aquí la comparacion se presenta con todas las condiciones, (4) Salm. 88, v. 38. (2) Isai, cap. 7, v. 14. (3) Ezeq. cap. 44, v. 2. (4) No debemos dejar pasar en silencio el modo con que describe San Isidoro de Tesalónica esta eleccion: Despues, dice, que nos dimos todos á la mala sierpe, y cuando las olas de la iniquidad inundaron la tierra, estaba Dios mirando desde el cielo, buscando si habria alguno que tu- viese un corazon como el suyo, el cual fuese idóneo para sacar á los

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