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196 Todo esto es un misterio, que se presta más fácilmente á ser considerado en silencio , que examinado con las luces de la razon; pero, aunque no lo comprendamos , lo hallarémos en la armonía más perfecta con lo que la razon misma inspira , despues que la re- velacion le enseña cuál es el destino temporal , para cuyo desempeño Dios tenía predestinada á la Virgen. Hablarémos de este asunto cuan- do describamos lo que es la persona de la Virgen, contentándonos por ahora con decir dos. cosas : primera , que la distancia que hay de la Vírgen á los demas séres espirituales y racionales , está fundada en su pureza: y segunda , que esa pureza es un misterio inefable, que fué el principio de la existencia de la Vírgen, y el cimiento para fun- dar sobre él aquella dignidad misteriosa é incomprensible de la ma- ternidad divina , todo lo que explica San Sofronio Jerosolimitano con el razonamiento siguiente, hablando con la misma Virgen. «Otros hubo , dice, y no pocos , que florecieron ántes que tú, oh Virgen ; pero á nadie como á tí se dió la plenitud de la gracia, na- die tuvo tu bienaventuranza; nadie, el ornamento de tu santidad ; na- die fué elevado como tú á tanta magnificencia; nadie como tú fué prevenido con la gracia que todo lo purifica; nadie fué rodeado como tá de las luces de la gracia; nadie como tú resplandeció con los fulgores del cielo; nadie como tú ha sido ensalzado sobre las mayo- res alturas. Y con razon has obtenido estas prerogativas ; porque na— die ha llegado tan cerca de Dios , como tú. Tú vences á cuanto brilla entre los hombres y tambien tá sola sobrepujas todos los dones y gra- cias juntas, que hay repartidas entre todas las eriaturas (1). - H6 aquí explicada con toda claridad y con la mayor precision la cansa de esa elevacion incomprensible de la Virgen sobre todo el lina- je humano. Es su pureza singular, con la cual se aproxima á Dios, que es la pureza por esencia ; y se levanta sobre los ángeles , quienes fheron puros y santos desde el principio de su existencia: y por con- siguiente , se eleva sobre los hombres de una manera , que se escon- de á nuestro raciocinio , porque todo esto es un gran misterio para nuestra razon , de cualquier modo que lo miremos. Y así lo afirma tambien el mismo Santo. « ¿Quién es capaz, dice, de explicar tus res- plandores, ob Virgen sagrada? ¿Qué lengua puede descifrar este por- tento de tu existencia? ¿Se lisonjeará alguno de poder delinear el enadro de tu magnificencia? Tú adornaste la naturaleza de los hom- bres: tú superaste los órdenes de los Angeles; tú has oscurecido los resplandores de los Arcángeles; tú pusiste bajo de tus piés los asientos de los Tronos; tú has hecho, que aparezcan anonadadas las Domina= ciones; tú dejaste atrás á los Principados; tú enervaste la fortaleza de (1) Serm. de Annuntiat. , núm. XXV.

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