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195 dría darse 4 un hijo tan grande en santidad é inocencia? ¿Qué madre se había de encontrar que le diese la naturaleza de Adan, sin que la santidad infinita del Hijo de Dios padeciese el más pequeño desdoro? La Virgen ; la Virgen, que estaba en las mismas relaciones con Dios y con los hombres respecto de santidad é inocencia, que las que te nía su Hijo, con sólo la diferencia esencial, que hay entre Dios y la criatura: pues en Dios la santidad es esencial é infinita de un modo positivo, miéntras que en la Virgen es todo un efecto dela gracia y misericordia divina, y no pueden llamarse esa gracia y esa santidad infinitas , sino es por cuanto son tan grandes, que no pueden darse mayores en una criatura, ni tampoco criatura alguna puede abar- carlas. Véase cómo se mueve, y á dónde se dirige, el gran resplandor de santidad que sale de la Vírgen; va 4 reflejar en el hombre, y como éste es un vaso, de precioso cristal sí, pero infecto y afeado con el hálito pestilente de la culpa, no encuentra donde imprimir sus belle- zas; esa ráfaga purísima de luz celestial es la paloma que sale del arca de Noe, la cual no encontrando en la superficie del globo sino lodo é infeccion, se vuelve al paraje de donde ha salido (1). Va reco- rriendo los séres espirituales , bañados todos con los resplandores de la santidad que Dios les ha dado; y aunque todos son puros é inocen- tes, ninguno se parece á esa Virgen, no pudiendo por lo tanto posar= se en ellos esa inmensurable madeja de luz que se desprende de ella. Sólo cuando se encaminan esos torrentes de luz á los que salen del trono de luz inaccesible donde habita Dios, hay como una fusion de unos rayos con otros; la Virgen se acerca á Dios, Dios se aproxima á la Virgen: y media entre ellos un abrazo indisoluble, como el de dos séres, que se asimilan con cuanta perfeccion es propia de cada uno, y asimilándose, se aman , y amándose se unen para no separarse jamás. Pero, véase al mismo tiempo esa economía inefable de la bon= dad de Dios para con esa Vírgen, y el modo admirable como la pone en relacion con los hombres, sin alejarla de sí , y consigo mismo sin alejarla de los hombres. Es su naturaleza la misma que la de los de= mas hombres , y por consiguiente, está en relacion con ellos ; no ha sido envenenada con el virns de la culpa , que la naturaleza humana lleva en su propagación como un castigo , y se aleja de ellos. Es su inocencia y su gracia tan sublime, que la pone en contacto con la santidad de Dios; pero, esa inocencia y pureza reside en una alma humana, y eso la pone en contacto con los hombres, quienes serán tambien santos , aunque no lleguen jamás, ni al primer grado de su santidad: más, la aleja de Dios, con cuya santidad infinita no pue= de compararse la suya , por grande é inefable que sea. (1) Gen., cap. 8,v.9.

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