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194 Respectivamente dice una cosa parecida San Isidoro de Tesalóni- ca hablando de la Vírgen : «Esengendrada , dice, esta hermosura, que resplandece de un modo divino, y es la imágen expresísima de Dios, el espejo que representa el trasunto de Dios, resplandor que brilla 4 lo divino, estrella que enamora á Dios , hermosura cual con- viene 4 Dios, su Esposa y su Hija; y no sólo es brillante como la luz , sino más resplandeciente que la misma luz, pues sin ella, ni la loz, ni el cielo , ni todas las criaturas juntas tienen fuerza para ilu- minar el alma, ó reconciliarla con Dios. Y si sela ve vivir escondida en lo más recóndito del templo cuando es una niña tierna , es preciso saber, que esto era la consecuencia de llevar en sí la imágen de su Hijo y Salvador. Porque así como el Señor engendrado de ella, al conversar con los hombres, tenía familiaridad con ellos y se dejaba ver de todos, y en lo que pertenece á su generacion eterna y nalura- leza divina permanecía invisible , sin tener consorcio con los hombres, así aquella Virgen, en quien Dios había hecho cosas maravillosas , se mostraba visible € invisible. En cuanto había nacido de los hombres, y fué semejante á nosotros, erá vista de muchos en su niñez, y en lo restante de su vida, hasta que fué elevada á los cielos ; pero en cuan- to tenía una virtud sobrehumana , y poseía una hermosura de alma enteramente nueva, la cual la enaltecía tanto, que podemos decir que era como una divinidad terrestre , permanecía invisible á los hom- bres casi siempre (1). Gran reflejo tienen estos dos cuadros , los cuales se irradian mú- tuamente, porque son muy parecidos en sus relaciones entre sí, y con Dios y los hombres. Al examinarlos , se comprende que este Hijo está hecho para tal Madre , y que esa Madre sólo puede tener un Hijo como él y nada más. El nacerá de una hija del gran árbol, cual es la Virgen; mas, como la santidad es esencial á su naturaleza divina, como ha de ser engendrado en la naturáleza humana por obra del Espíritu Santo , es más natural la santidad en esta naturaleza que lo es el respirar en el hombre. Ese Hijo de la Vírgen tiene que ser santo, inocente y sin mancilla ; y apartado de los pecadores: y subli- múdo sobre los cielos (2); mas, por cuanto es Hijo de la Virgen; oriunda del gran árbol , no discrepa de los hombres y es su herma- no, pues tiene toda semejanza con ellos en la naturaleza , en la cual al mismo tiempo dista infinitamente de Dios. Sin embargo , como áun en esa naturaleza que ba tomado , es Hijo de Dios , su santidad é ino- cencia, que son esencialesen él, lo subliman infinitamente sobre los hombres, hasta sentarse en el trono de su Padre, con quien en uni- dad de esencia vive y reina por los siglos de los siglos. ¿ Qué madre po- (1) Div, Isid. Thessalonic., serm. de Preesentat., n.? XI, XIV et XXIV. 2) Hebr., cap. 7, v. 26. V

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